Emergen dos cosas ciertas: por un lado está una dictadura que se descara en su lenguaje y acciones; y por el otro, y enfrenado a ella, un Frente Amplio que crece y se prepara para un curso largo de organización y acción.

Tres documentos resumen muy bien la situación: el artículo de Toro Hardy en El Nacional del miércoles pasado, el informe de Encovi y el comunicado de las organizaciones políticas hasta ahora agrupadas en la MUD. El primero, con gran economía de lenguaje, da las notas dominantes, el “rompecabezas” de la situación del país. El segundo argumenta con estudios de campo y una adecuada interpretación lo que esas notas enuncian y el tercero propone un curso de organización y acción que deberá expresarse en un Frente Amplio.

Así que ya no hay lugar para intriguillas y subterfugios ni para la prepotencia habitual que asome como dada la superioridad de su posición. El gobierno acudirá a todo tipo de recursos para conservar e incrementar su poder y sus acciones dolosas. El resto del país tendrá que ingeniárselas para organizarse y pelear para reconstruir y profundizar la democracia. O estás con el Frente Amplio y contra la dictadura o estás a favor de ella.

Este frente ya está en el curso de su formación. Por días hay pronunciamientos y adherencias tanto en comunicados y escritos como en acciones de reivindicación y protesta por las carencias y menguas. Será el camino de una lucha que podría ser larga.

La solidaridad

En escritos recientes me he referido a tres valores éticos necesarios: la dignidad, la participación y la diversidad. Valores que confluyen a la situación descrita en los párrafos anteriores.
La solidaridad, que ahora abordo, está en el sentido inverso de la mendicidad. Es el valor ético que indica el nivel humano del simple sentido gregario animal. Los perros o las hormigas no tiene valores, su actuar es instintivo y responsivo. No hay conciencia ni ética en ello. La solidaridad no es la reacción ante la necesidad, sino que expresa la calidad humana de la importancia del otro en su diversidad, para la producción y, más aún, para la creación.

La mendicidad toma cuerpo en la compra de conciencias con la inmediata donación. Pervierte tanto al que regala como al que recibe el regalo, en la más antigua crítica de la caridad que nos dice que más agradecido debe estar quien dona, que por ello se siente superior y merecedor de los cielos, que quien recibe y que resulta condenado por su propia negación.

En ese curso de superación se inscribe la solidaridad: el ponerse de acuerdo para buscar un logro.
La mendicidad impide y destruye esa calidad ética y reduce al ser humano a su condición más inferior de dependencia. La petrofilia, el populismo, el clientelismo, que son variantes de la mendicidad y de la servidumbre, le cierran el camino a la solidaridad y a la realización social de la persona, cultivada con el trabajo en grupos, la discusión y la interacción.  Son las tareas de un Frente Amplio.

arnaldoesté@gmail.com

@arnaldoeste


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