Es cuestión simple que soñar despierto es abstraerse de la realidad. Afrontar los cambios, por el contrario, es adaptarse sobre la marcha a un nuevo escenario. Situación que nos ha tocado vivir a los venezolanos en estos terribles casi diecinueve años de constante lucha, unas veces con mayor o menor intensidad. Un gobierno que poco a poco se ha ido transformado en un régimen comunista de los más feroces y atrasados de la historia contemporánea universal. En otras palabras, lo que nos ha correspondido enfrentar no ha sido asunto sencillo, mas por el contrario, tremendamente enmarañado y movedizo.

Cabe hacerse estas elementales preguntas: ¿A qué venezolano no le gustaría salir de este régimen opresor y malvado de sopetón? ¿En este momento es esto realmente posible? ¿Lo estuvo antes de abandonar la calle? ¿La oposición dentro de sus quehaceres estratégicos, dentro de sus esfuerzos por salir lo antes posible de esta cosa, que transitó por los caminos de la protesta dura, hizo o no tambalear al gobierno? Las respuestas no todas son positivas. Considero, como punto notable, que el gobierno nunca estuvo en el aprieto de tener que retirarse del poder, jamás. Debemos convenir en que se lograron objetivos importantes; aunque no se consiguió la salida de Nicolás Maduro que inobjetablemente era el fin de toda esa cruenta lucha. No olvidemos, además, que en ese inventario sangriento murieron 130 jóvenes, muchos más fueron heridos y otros tantos permanecen presos en las tumbas del Sebin y en las mazmorras esparcidas a lo largo del país.

El final no fue exitoso. No por el hecho de que la dirigencia política democrática no hiciera lo que le correspondía hacer. Todos los partidos que integran la MUD coincidieron que ese era el camino y lo tomaron sin fisura; no lo fue porque la Fuerza Armada Nacional actuó de espaldas al pueblo.

Somos conscientes de que luchar contra las dictaduras que se caracterizan por no tener principios no ha sido ni será asunto fácil. Se necesita de una alta dosis de perseverancia, de sabiduría y de mucha, mucha paciencia. De allí surgen en buena medida las controversias entre grupos afines que persiguen un mismo objetivo, pero a través de otros medios, donde se corre el riesgo de la dispersión de esfuerzos y un hecho grave, la abstención en estas elecciones del 15-O.

Abstención que, para más señas, no es respaldada por ninguna de las organizaciones internacionales ni por ningún país extranjero, quienes abiertamente están apoyando la democracia en Venezuela. Naciones que hacen un llamado para que asistamos masivamente a votar en defensa de la libertad y en contra de la tiranía.

Son lanzadas al aire acusaciones sin fundamentos en contra de dirigentes de la oposición; en algunos casos, por “partidarios” de esta causa sin ningún tipo de pruebas, de manera irresponsable. Un ejemplo, a Julio Borges, Maduro lo acusa de estar planificando un magnicidio contra él, y de este otro lado se le culpa de estar negociando por debajo de la mesa con funcionarios del gobierno, hechos tan perversos como esos.

Finalmente, es muy gráfico aquello de que un “elefante hay que comérselo a pedacitos” y no de un solo tirón. Prestarles atención a alertas como los de Félix Seijas, director general de Delphos: “El electorado ha sentido que se han sufrido derrotas, porque cada batalla se ha planteado como un todo o nada”.

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