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En sus madrigueras de odio

No era fácil, la tiranía chavista se había empecinado en no permitir que la necesaria medicina y el urgido alimento entrara al país. Incendiaron camiones, dispararon a mansalva, se atrincheraron como ratas en sus madrigueras de odio, encarcelaron a venezolanos inocentes y usaron toda la fuerza bruta para intimidar y arremeter, pero no pudieron. Pensaron que nos rendiríamos, pensaron también que no persistiríamos en nuestro afán de que entrara la ayuda, pensaron que su violencia criminal nos amedrentaría y paralizaría, pero no, eso tampoco ocurrió.

Se equivocaron.

En vivo y en directo

En la frontera con Cúcuta los rufianes masticaban como un triunfo negarle comida y cura a millones de venezolanos, se jactaron, celebraron babosos, saltaron, bailaron, chillaron de emoción regodeados en su golosina de mierda, pero no tenían idea de que caían redondos en una trampa, no solo el país se avergonzaba y encolerizaba con lo que sucedía y veía, lo hacía el mundo entero. Millones de personas que un día antes habían visto un noble canto de libertad protagonizado por los más reconocidos artistas de Hispanoamérica quedarían boquiabiertos y mudos ante la crueldad chavista. En una tarde el mundo vio en vivo y en directo lo que los venezolanos hemos sufrido durante veinte años.

Su previsible crueldad quedó al descubierto.

¿Planificado?

Hay un plan, no se está improvisando nada, el objetivo es ganarle la guerra a la infamia chavista. Como en toda batalla por la libertad de una nación, el plan ha tenido sus altos y sus bajos, pero va muy bien, mucho mejor de lo que imaginamos. En enero de 2018, cuando el estratega de este plan me narró su visión pensé que fantaseaba. A mi juicio, los postulados eran francamente irrealizables, ilusiones de un preso, porque se planificó en prisión. Imaginar un frente amplio, un plan país, un plan económico dirigido por Hausmann, una reforma energética, una presidencia de transición, a Juan Guaidó como presidente encargado, el reconocimiento de más de treinta (ya son más de sesenta) gobiernos, la unidad política, el fin de la usurpación, el gobierno de transición y elecciones libres, embajadores, era demasiado. ¿En serio?

Pero sí que lo era.

La visión de Lilian Tintori

El plan, además, tenía una necesidad de altísimo contenido ético: la entrada de la ayuda humanitaria. Impulsada por Lilian Tintori, la ayuda humanitaria fue una iniciativa humanista, no aspiraba ganar adeptos, se trataba visionariamente de tenderle la mano a un pueblo hambriento y enfermo. La tiranía negó que la crisis humanitaria existiera y se empecinó en impedir el ingreso de medicina y alimento. Con la llegada a la presidencia de Juan Guaidó, el compromiso ético se fortaleció y se convirtió en promesa política. “Sí o sí” debía entrar la ayuda humanitaria, era un deber moral y había que actuar con astucia para lograrlo. Y así fue. La Cruz Roja acaba de anunciar el ingreso de la ayuda humanitaria y la tiranía, con el rabo entre las patas, ha tenido que aceptarla a regañadientes. Algún día se sabrá todo lo que se planificó para que Rusia y China obligaran al chavismo a aceptarla. Se logró, se cumplió la promesa política.

Me quito el sombrero de admiración con el estratega y todos los ejecutores de la proeza.

Operación Libertad, ¿sí o sí?

Sin embargo, no debemos caer en triunfalismos aunque sepamos que el plan está desarrollándose exitosamente y que pareciera que lograremos nuestro objetivo de liberar a Venezuela de la tiranía chavista. Falta la fase más importante: la Operación Libertad, que implica una rebelión popular total, con organización y movilización nacional enfocada en la toma de todos los poderes públicos usurpados por los tiranos. No será fácil, necesita del concurso y protesta de todos los venezolanos en cada espacio de Venezuela. Es el remate, el fin de la faena histórica y el comienzo de una nueva era.

Su éxito dependerá de ti y de mí, de ese nosotros heroico que es Venezuela.

La batalla de Carabobo del siglo XXI

No dudo en señalar que la Operación Libertad es la hazaña más importante de los últimos doscientos años en Venezuela, solo comparable en importancia y trascendencia a la batalla de Carabobo. En aquella ocasión miles de próceres conquistaron la Independencia, en esta seremos millones los que tendremos la misión de finalizar la usurpación, de derrocar a la tiranía. No es retórico lo que digo, es profundamente ejecutivo. Hay que hacerlo, no desearlo.Solo el concurso de millones de venezolanos nos liberará de la oscuridad, el hambre y la enfermedad. ¿Estás preparado para liberarte? Sé que sí, sé que igual que yo y millones como nosotros daremos la batalla y venceremos. Todo está dispuesto para nuestro triunfo, Dios nos guía. 

Gritemos con brío: ¡Fin a la maldita tiranía chavista!

¡Sí o sí!


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