En este momento estamos ante un hecho que puede significar el punto de inflexión para el regreso de la libertad: el 23 de febrero (23-F). Esta fecha no será el día D en esta larga y heroica lucha de los venezolanos por la libertad; se trata, más bien, de una encrucijada para el régimen que tendrá alternativas en su proyecto de atrincherarse en el poder “como sea”.

La revolución bolivariana, para consolidar la dictadura, impuso sindicatos paralelos y protectores para burlar la autoridad de los gobernadores elegidos democráticamente; despojó a la Asamblea Nacional legítimamente electa de sus facultades usando la engañifa del inexistente “desacato”; vació de contenido nuestra Constitución; concentró todos los poderes en manos del presidente usurpador; maniató y persiguió a la prensa independiente nacional e internacional; causó una hiperinflación jamás vista en América Latina y una crisis humanitaria que cobra vidas cada minuto; politizó las Fuerzas Armadas que hoy lanzan consignas ofensivas como parte del saludo militar; causóuna diáspora sin precedentes en la historia del continente y amenaza con más represión tras el aislamiento progresivo de nuestro país. A esto se añade la instauración de una asamblea nacional constituyente (necesariamente en minúsculas) “supraconstitucional” que se atribuyó todas las facultades de los poderes constituidos.

Estamos ante una situación inédita de nuestra historia al vivir una tragedia humanitaria causada por la imposición de un modelo político y económico fracasado. En este contexto debe verse la ayuda humanitaria organizada por las democracias occidentales, que han invertido dinero y esfuerzo en la recolección y donación dealimentos y medicinas. Toneladas de insumos médicos serán entregadas por miles de voluntarios venezolanos en una demostración de civismo, coraje y compromiso con el país. La entrada de esta ayuda atenderá a más de 300.000 venezolanos, privilegiando a niños, mujeres embarazadas y personas con trasplantes de órganos y enfermedades graves: cáncer, insuficiencia renal, VIH.

Sin embargo, el régimen revolucionario, basado en sus dogmas ideológicos y su patrón castrista,ha perdido el pulso de la realidad y se pone a la defensiva. Si el multimillonario británico Richard Branson organiza y financia un concierto con numerosos artistas internacionales, la revolución anuncia un contraconcierto con el inútil intento de opacar el primero; hay venezolanos hurgando en los basureros en busca de alimentos y el régimen anuncia el envío de 20.000 cajas CLAP para “ayudar” a los colombianos (antes se envió “ayuda” a los cubanos); niegan la ayuda humanitaria, pero Vladimir Putin anuncia el envío “300 toneladas” de ayuda rusa a Venezuela. Estamos ante el desbordamiento del cinismo y de las contradicciones revolucionarias. No admiten la realidad: el fracaso rotundo de la revolución bolivariana.

Para aferrarse al poder sostienen que el apoyo que se materializa por medio de la ayuda humanitaria es un “falso positivo” para camuflar una invasión de los Estados Unidos y del capitalismo. (Pero la supuesta ayuda rusa es por “generosidad” de Vladimir Putin que lo hace “sin exigir nada a cambio”). Lo cierto es que más de 85% de la población está de acuerdo con el ingreso de la ayuda organizada por los países aliados de Venezuela; mientras que el régimen anuncia que lo impedirá con el uso de la fuerza.

Está fuera de discusión la tragedia humanitaria del país recogida en las imágenes de la represión, de la diáspora y en los miles de seres humanos hurgando en la basura en busca de alimentos.No permitir la ayuda de las democracias occidentales acarrea responsabilidades que no se pueden soslayar. En efecto,el artículo 7 del Estatuto de Roma define como delito de lesa humanidad el exterminio,el cual comprende “la privación del acceso a alimentos o medicinas, entre otras [acciones], encaminadas a causar la destrucción de parte de la población”. Entonces, usar la fuerza para impedir el ingreso de alimentos, medicinas y asistencia médica permite aplicar el mencionado Estatuto de Roma a los responsables. El cierre de las fronteras no solo es una manera de aislar a Venezuela, sino una agresiva pretensión de sabotear la entrega por parte del voluntariado nacional de la ayuda humanitaria. Esto aumenta la responsabilidad de quienes ejecuten esta torpe orden.

Para ponderar las responsabilidades señaladas, hay que determinar si la situación creada en Venezuela fue intencional. Las expropiaciones a mansalva, el déficit fiscal jamás corregido, el control de cambio y de precios regulados a perpetuidad, pese a las advertencias de los economistas más reputados de Venezuela y del mundo, evidencian que hay una intención de implantar el fracasado modelo castrista que solo garantiza hambre y miseria.

Aquí cabe preguntar:¿qué ocurrirá el 23-F? Lo lógico y deseable es que el régimen se quede en la retórica y la Fuerza Armada permita el ingreso pacifico del voluntariado venezolano con la ayuda humanitaria para poder atender a la población más necesitada. Esto sería lo ideal, pero el régimen no lo admitepor su arrogancia y porque perdería el poder que le dan el carnet de la patria y el sistema de dádivas que representan las cajas CLAP.

Pese a la situación descrita, lo que suena son los tambores de guerra y el discurso cubano de la Guerra Fría. Este es el escenario que defiende Cuba, tal como se muestra en Granma, órgano oficial del partido comunista cubano (http://www.granma.cu/).

La agresividad cubana sube de tono ante la amenaza de perder la enorme influencia que tiene sobre nuestro país, lo que significaría un golpe a su línea de flotación y la posterior derrota de la revolución cubana. En efecto, el castrismo tendrá sus días contados si pierde la dádiva petrolera venezolana; por eso, no admite una solución pacífica a esta crisis y estimula la represión. Lamentablemente, ya sabemos el peso que tiene el gobierno castrista en los asuntos de la revolución bolivariana. Sobre la base del discurso político del régimen, este escenario de estirpe cubana es el que ansían.

El pasado jueves ocurrieron cuatro hechos que no pueden pasar inadvertidos. El primero está recogido en la imagen de un coronel de la guardia nacional que de manera agresiva pretende despojar a un conductor de su gandola y de la valiente reacción de los transeúntes que lo impiden. Esto demuestra que el pueblo ha perdido el miedo y que los represores carecen de apoyo popular. En segundo lugar, en el Estado Cojedes la reacción ciudadana que obligó a la “guardia del pueblo” a levantar el bloqueo arbitrario de la carretera. El tercero tiene que ver con las espeluznantes denuncias de Hugo Carvajal (mejor conocido como “el Pollo”), quien fuera el hombre de confianza de Hugo Chávez en materia de inteligencia. Esto evidencia que la amnistía propuesta por el presidente (e) y la Asamblea Nacional está dando resultados, y que Nicolás Maduro no tiene el control absoluto del sector militar. El cuarto hecho se refiere a las mujeres tachirenses que hicieron recular a un grupo de guardias nacionales que pretendían reprimirlas.

Más allá de los intereses cubanos, el régimen está en una encrucijada: dejar pasar la ayuda y enviar un mensaje de derrota a su base y a los factores de poder que lo sustenta; o no dejarla pasar, reprimir a la población y tener que pagar un enorme costo político que acarrearía un importante proceso de desobediencia civil que concluya con su derrota final.

Por su responsabilidad ante la historia, la Fuerza Armada venezolana debe ponderar, sin dogmatismos ideológicos ni consignas políticas, lo que conviene a los venezolanos. Esta institución, como árbitro inapelable, es la determinante para decidir nuestra trágica situación. Ella está llamada a jugar un papel relevante en una deseada y pacíficatransición hacia la democracia que permitirá que la reinstitucionalización del país sea viable, y que las jóvenes generaciones puedan realizar sus proyectos de vida en democracia.

El compromiso del sector castrense con los valores republicanos está escrito con tinta indeleble en nuestra historia. Así ocurrió en el período de 1810-1811,y al separarnos de Colombia en 1830. Esta tradición republicana no se puede interrumpir en aras de un modelo político fracasado e incompatible con la voluntad del 85% de la población.

Los venezolanos merecemos vivir en una república de ciudadanos. Todos deseamos que la Fuerza Armada lo tenga presente el día 23 de febrero, para que no sea una fecha de opresión sino un día fundamental en la lucha por la libertad.


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