La tiranía no descansa ni un segundo, ni en Noche Buena, ni en Noche Vieja, en función de sus macabros objetivos de imponer el dominio absoluto de nuestra patria. Para lograrlo es experta en generar emboscadas, zancadillas, cortinas de humo, como lo hace con el próximo 5 o el 10 de enero; total, le importa un bledo la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la pisotea y le hará morisquetas en su nombre, cuando se juramente ilegalmente Nicolás Maduro en las próximas horas ante la fraudulenta ANC.

El resultado de semejante entuerto no es cualquier evento; es un acto de demolición de la república, surgiendo de sus escombros una suerte de espécimen de Jurassic Park, cuyo único destino es imponer sin pelos ni señales una cruenta dictadura, que lanzará como señuelo el diálogo, para ilusionar a los incautos que han trastabillado una y otra vez ante las truculencias maquinadas en La Habana.

¿Cómo se pretende creer que habrá una transición pacífica entre ángeles y arcángeles ante un Estado que controla todos los poderes públicos y mantiene en agonía a la legítima Asamblea Nacional? En esa dirección mantiene bajo su mando 20 de 24 gobernaciones y la totalidad de los consejos legislativos; de 335 municipios dirige 328 con sus respectivos alcaldes y concejos municipales.

Enfilados todos bajo un solo discurso, abrumar y atemorizar a la población exhausta de tanta calamidad y miseria, y cuyo máximo vocero se presenta a diario flanqueado por los diferentes componentes de las FANB, como celestina guardia pretoriana de un régimen odiado por su negligencia manifiesta, al repartir perniles como si de limosnas se tratara ante la hambruna de la población, lo que ocasionó protestas hasta finales del tristemente recordado 2018.

Ahora bien, para 2019 preparan la estocada final a nuestra historia republicana, utilizando como instrumento la turba del PSUV agrupada en la ANC, organismo que actúa como laboratorio criminal de una nueva constitución, de la que todo el mundo sospecha pero que nadie conoce, por sus torvas intenciones de desmontar la actual carta magna y sustituirla por una que imponga el Estado comunal, que sustituiría nuestras instituciones democráticas por órganos corporativos a la orden del caudillo dictador.

¿Quién podrá defendernos ante tan malvado proyecto? Resulta sumamente positivo que la comunidad internacional de manera absolutamente mayoritaria simpatice con las luchas del pueblo venezolano; igualmente las acciones que la diáspora nacional promueve en diferentes países del mundo. Aun así, el reto mayor está acá en nuestros confines, de ser capaces de motivar de nuevo a una inmensa fuerza social y laboral que ya comenzó a manifestarse en los últimos meses del fenecido año.

Esta es una épica batalla que debemos dar quienes defendemos la democracia como sistema político y social, de la que nadie puede ser excluido y donde todos deben participar, trabajadores, empresarios, partidos políticos, independientes jóvenes, universidades, iglesia, militares institucionales, en pro del rescate de nuestras conquistas republicanas, para así poder desalojar de nuestra patria la planta insolente del castrismo y de sus satélites del ALBA y del Foro de Sao Paulo, y de esta forma restaurar el sistema democrático a partir de la vigente Constitución.


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