Aunque parece haber nacido para interpretar a la reina Isabel II, Claire Foy siempre supo que no lo haría para siempre. “Fue pensado para dos temporadas”, dice Foy sobre su personaje, por el que ganó un Globo de Oro, un Bafta y el Premio del Sindicato de Actores. “Aunque parezca extraño, eso me hizo encariñarme aún más con ella”. La actriz abandonará la serie, según lo previsto, al final de esta temporada, y en las dos próximas será Olivia Colman quien se calce la corona.

Mientras que la primera temporada de The Crown rebosaba de pompa y oropeles con el ascenso al trono de Isabel en 1952, en la segunda edición, la reina deja las joyas de la corona a un costado para ocuparse de la relación cada vez más distante con su esposo y consorte, Felipe (Matt Smith), y con su hermana, la princesa Margarita (Vanessa Kirkby), mientras Londres se prepara para los cimbronazos de la década de los sesenta.

“Siento que ella mira a su alrededor y se da cuenta de que las cosas han cambiado irremediablemente”, refiere Foy, de 33 años de edad, sin resto de acento aristocrático, después de haber viajado a Nueva York desde Londres, donde vive con su esposo, el actor Stephen Campbell Moore, y su hija de casi 3 años de edad. Continúa: “El escenario político está cambiando. Su consorte se ha convertido en otra persona. Y entonces ella empieza a preguntarse quién es en realidad. Creo que Isabel atraviesa una especie de crisis de identidad”.

La segunda temporada comienza con la reina tratando de lidiar con los primeros signos de envejecimiento, en medio del auge de una cultura de sexo, droga y rock and roll en Gran Bretaña.

—El tema de la mediana edad es muy importante. No creo que Isabel haya pensado en su propio aspecto, nunca le importó. Pero después empezó a sentir el juicio de la gente. Así que tiene que lidiar con eso, porque de repente se da cuenta de que ya no es una jovencita.

Son especialmente abrumadores el entusiasmo y la excitación de todo Londres, incluido el príncipe Felipe, cuando el presidente Kennedy y su esposa, Jackie, llegan de visita.

—Me encantan esos episodios porque podemos ver a esas dos parejas en apariencia completamente distintas, pero que sin embargo tienen algo en común: son las dos parejas más observadas del mundo. Y ambas están atravesando crisis matrimoniales.

Después de Noomi Rapace y Rooney Mara, usted será la encargada de interpretar a Lisbeth Salander en The Girl in the Spider Web. ¿Habrá una caracterización, una transformación física?

—Vamos a hacerle honor al personaje, pero no quiero que me conviertan en la chica de los piercings. Dicho esto, ¡qué tribu de mujeres la de este trabajo! Explorar el tema del abuso es una increíble oportunidad que implica convertirse en Lisbeth, alguien que no se adapta y que tiene un montón de comportamientos patológicos de los que ni siquiera es consciente.

Usted parece haberse convertido en la chica del momento en Hollywood. ¿Alguna vez imaginó que algo así pasaría?

—Ni sí ni no. Lo único que puedo decir es que me siento afortunada y agradecida, y que estoy decidida a disfrutar de este momento. Para ser justa, lo cierto es que lo veo un poco desde afuera. Hace diez años que trabajo regularmente, sé cómo funcionan las cosas en esta industria y tengo un buen barómetro de todo.


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