Hace poco más de 2,600 años se produjo la tormenta solar más grande que jamás se haya registrado en nuestro planeta, tal como lo revela una investigación publicada en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

La prueba está en la forma de las partículas radiactivas que antes estaban ocultas bajo las capas de hielo de Groenlandia. Los núcleos de hielo extraídos contienen hielo formado en los últimos 100,000 años. El equipo ha fechado este fenómeno hacia el año 660 a.C.

Las señales reveladoras son los elevados niveles de isótopos de berilio 10 y cloro 36 incrustados, indicadores de reacciones químicas provocadas por la actividad del Sol que llega a la superficie.

Pero no sólo eso, pues el estudio encontró pruebas de otras dos grandes tormentas solares que afectaron a la Tierra en el pasado, por lo que se estima que estos eventos son «hechos naturales recurrentes» y que podrían volver a ocurrir en algún momento de la humanidad.

Si hoy una tormenta similar impactara en nuestro planeta, las consecuencias serían a nivel tecnológico. 

El geólogo Raimund Muscheler, de la Universidad de Lund, en Suecia, señaló en entrevista para ABC que, si bien no se puede pronosticar cuando podría suceder algo así, «nuestra investigación sugiere que actualmente estamos subestimando los riesgos. Necesitamos estar mejor preparados».

En el estudio se detalla que podrían ocurrir »graves interrupciones de las tecnologías basadas en satélites, comunicaciones por radio de alta frecuencia y sistemas de navegación basados en el espacio».

En ese sentido, dañarían las redes eléctricas, el tráfico aéreo y una serie de elementos que son de uso cotidianos de los seres humanos en todo el planeta. Incluso, no se sabe cómo el campo magnético que rodea la Tierra resistiría ante una tormenta solar así de poderosa.

Como ejemplo, en 1989 y 2003, en las ciudades de Quebec en Canadá y Malmoe en Suecia respectivamente, acontecieron tormentas solares severas que ocasionaron grandes cortes de energía que fueron considerados como «fenómenos locales», aunque hay expertos que consideran que estos pueden ser «avisos» de lo que sería capaz de ocasionar un evento de mayor tipo a nivel global.


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