Un aumento de 10 centímetros en el nivel del mar, un océano Ártico sin hielo en el verano y la pérdida total de los arrecifes de coral se pueden evitar si se logra limitar el aumento de la temperatura del planeta a un 1,5 °C en lugar de 2 °C para el año 2100.

El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), principal órgano de expertos encargado de evaluar los conocimientos científicos sobre este tema, afirma que ese medio grado centígrado, aparentemente tan insignificante, en realidad tiene beneficios claros para las personas y los ecosistemas naturales.

Se necesitan transiciones “rápidas, de gran alcance y sin precedentes” en el uso de la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. Mejor dicho, si se quiere cumplir con la meta de 1,5, pautada en el Acuerdo de París, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO 2) de origen humano deben disminuir 45% de aquí a 2030; y a 2050 esas emisiones deben desaparecer. Esa es una de las principales conclusiones del documento: “Nos quedan 12 años para lograrlo”.

“Cada pizca adicional de calentamiento es importante, especialmente porque llegar a 1,5 °C o más aumenta el riesgo asociado con cambios irreversibles”, afirmó Hans-Otto Pörtner, copresidente del IPCC durante el lanzamiento del informe.

El documento establece, por ejemplo, que con un calentamiento de 2 °C, 18% de los insectos de todo el mundo, 16% de las plantas y 8% de los vertebrados podrían perder más de la mitad de sus rangos geográficos. Con 1,5 °C de calentamiento, esto se reduce en dos tercios para los insectos, y en la mitad para las plantas y vertebrados.

También advierte que debajo de 1,5 °C, casi 14% de la población mundial estará expuesta a fuertes olas de calor al menos una vez en cinco años; mientras que con 2 °C sería 37% de la población. Así mismo, aumentarían las lluvias torrenciales y la probabilidad de sequías, algo que afectará la producción de alimentos, sobre todo en zonas sensibles como el Mediterráneo y Latinoamérica.

“Este informe brinda a los responsables políticos y profesionales la información que necesitan para tomar decisiones que aborden el cambio climático a la vez que consideran el contexto local y las necesidades de las personas. Los próximos años son probablemente los más importantes de nuestra historia”, afirmó la también copresidenta Debra Roberts, quien fue enfática en decir que no todo está perdido; al contrario, “hay esperanza y se puede lograr”, pero se necesitan “acelerar las acciones de manera urgente”.

¿Por qué este informe? Hace tres años, en París, cerca de un centenar de países se comprometieron, de manera ambiciosa y unánime, a mantener la temperatura del planeta por debajo de los 2 °C al finalizar el siglo, con respecto a los niveles preindustriales. Sabiendo que no era suficiente, dijeron que continuarían con los esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5, teniendo en cuenta la vulnerabilidad a la que estaban expuestas algunos Estados, como las islas del Pacífico.

En aquella COP21 se sabía muy bien cuáles eran los efectos ambientales y sociales de un aumento de 2 °C, pero no los de 1,5. Así que la Organización de las Naciones Unidas le dejó esa tarea a los científicos: ¿Qué diferencia hacen 0,5 °C?

Ahora se sabe que cumplir con el Acuerdo de París requiere transformar la economía mundial en unos pocos años, y aunque los autores aseguran que sí es posible, también admiten que puede ser políticamente improbable.

Esas acciones, como que las energías renovables deberán proporcionar entre el 70% y 85% de la electricidad del mundo para 2050, no son baratas y por eso mismo requieren de cooperación internacional y voluntad política. De acuerdo con el IPCC, el mundo debe invertir altas sumas de dinero en energía limpia cada año hasta el 2035.

El importante documento, pensado para los tomadores de decisión, se lanza a tan solo dos meses de que los países se reúnan en Katowice (Polonia), para la siguiente Cumbre del Clima (COP24). Allí tendrán que aterrizar la evidencia científica a sus políticas nacionales.

“Insto a todos los países a que atiendan al consejo de los mejores científicos del mundo: aumenten la ambición, refuercen rápidamente sus planes de acción climática y aceleren con urgencia la implementación del Acuerdo de París”, pidió António Guterres, secretario general de la ONU. “Hay que hacer lo que exige la ciencia antes de que sea demasiado tarde”.

Deborah Lawrence es parte de los 90 investigadores (de 40 países) que participaron en la revisión del informe del IPCC, arrojando más de 42.000 comentarios científicos. Para Lawerence, experta en cambio climático y bosques tropicales, la reforestación, las energías renovables (eólica y solar) y el precio del carbón son pasos fundamentales para avanzar por una senda más sostenible, y evitar llegar a los 2 °C. Sobre esto habló con El Tiempo.

¿Estamos preparados para tener un mundo con 9.000 millones de personas y con la necesidad de alimentarlas sin generar impactos agresivos en los ecosistemas?

Algunos estudios encuentran que la productividad agrícola futura en el mundo está en riesgo. El cambio climático y la deforestación pondrán en riesgo la agricultura. La deforestación a gran escala da como resultado condiciones más cálidas y secas que afectan la productividad local. Si la deforestación es lo suficientemente extensa, puede alterar los patrones de lluvia a miles de kilómetros de distancia, que afectan potencialmente la agricultura en partes del mundo lejanas.

¿Tiene esperanza frente a la posibilidad de cumplir con los objetivos planteados en el Acuerdo de París, luego de este informe?

Todavía tenemos la oportunidad de hacer lo necesario para mantener el calentamiento por debajo de 2 °C. Las terribles predicciones de no cumplir con el objetivo no se basan en nuestra comprensión científica del sistema climático, se basan en creencias sobre la humanidad; sobre una suposición de que no podemos y no cambiaremos, pero yo creo que sí podemos y lo haremos.

La estadounidense Deborah Lawrence es Ph. D. experta en cambio climático y bosques tropicales

¿Qué tan difícil es combatir el cambio climático sin la participación del presidente Trump y su rechazo a la ciencia?

Si bien Estados Unidos es un importante emisor de gases de efecto invernadero (el segundo del mundo, después de China), el presidente Trump no es responsable de todas las emisiones globales. Las emisiones provienen de personas, empresas, ciudades que sí se han comprometido con un mejor clima futuro. Sería más fácil con el presidente Trump, claro, pero el mundo puede hacerlo sin él.

¿Cuál es el principal obstáculo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?

Necesitamos acelerar el ritmo del desarrollo de la energía eólica y solar. Ya son más baratas que muchos sistemas con uso intensivo de carbono, pero se verían aún más asequibles si el verdadero costo del CO2 se incorporara en el precio de los combustibles fósiles. Necesitamos la señal del precio. La gente usa el precio todos los días para tomar decisiones, y es difícil pedirles de repente que piensen en las formas en que el cambio climático costará dinero en el futuro.

Es demasiado abstracto negociar el mañana por el hoy. Pero si ponemos un precio al carbono no tenemos que convencer a nadie de nada nuevo, solo les pedimos que tomen las decisiones que toman normalmente, con información más clara sobre las consecuencias.

¿Si no actuamos rápido, cuáles son los escenarios que nos esperan?

En el mejor de los casos, tendremos un mundo con perturbaciones económicas periódicas a gran escala, grandes huracanes, sequías y olas de calor, y seguiremos perdiendo especies a un ritmo moderado. En el peor de los casos, tendremos un clima tan intolerable que será difícil cultivar alimentos y la gente, en algunos lugares, no podrá trabajar afuera durante largos periodos del año, y así empezarán a emigrar, un fenómeno que ya está conduciendo al conflicto.

Necesitamos eliminar el carbono de la atmósfera, pero no tenemos que esperar para desarrollar la tecnología que nos permita hacerlo. Contamos con la tecnología probada de la naturaleza en los bosques.


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