Aunque las leyes de la física dicen que es casi imposible levantar y dirigir un aparato volador en Marte, ingenieros estadounidenses crearon un helicóptero lo suficientemente ligero y rápido como para explorar, a vista de pájaro, el planeta rojo.

Después de haber llevado exitosamente a Marte cuatro vehículos que recorrieron parte de la superficie de ese planeta, el objetivo de los ingenieros del Laboratorio de Propulsión de la Agencia Nacional Aeroespacial estadounidense en Pasadena, California, es ir un paso más allá y explorarlo desde el aire.

Para J. Bob Balaram, jefe de Ingeniería del Helicóptero Explorador Marciano, volar a otro planeta en esa nave sería un suceso histórico similar al que lograron los hermanos Wilbur y Orville Wright cuando en 1903 realizaron los primeros vuelos en avión en la Tierra.

La nave autónoma, que realizará vuelos programados desde la Tierra, irá en la barriga del robot Mars 2020, un laboratorio científico sobre ruedas que despegará en el verano de 2020 con el objetivo de llegar al planeta rojo en febrero de 2021.

Este nuevo aparato de una tonelada de peso, que sigue el diseño funcional del robot Curiosity en Marte desde 2012, lleva la misión de buscar señales de vida microbiana, estudiar el clima y la geología, y recoger muestras que algún día se espera traer a la Tierra.

«El objetivo principal del helicóptero marciano es mostrar el primer vuelo en Marte y comprobar que es posible volar y ser el indicador de curso para vehículos aéreos mucho más grandes», dice a EFE el gerente del proyecto, MiMi Aung.

En la actualidad «no exploramos Marte volando; hoy lo exploramos con robots andariegos sobre la superficie y naves espaciales en órbita, pero si podemos agregar la dimensión aérea se extendería significativamente cómo exploramos», agrega.

Y esos detalles extra se presentan vitales ahora que se cumple el cincuentenario de la llegada del hombre a la Luna y Estados Unidos piensa ya en el siguiente hito, la misión de la NASA que llevará por primera vez a un hombre a Marte en la década de los años 30 de este siglo.

La graduada de Ingeniería Eléctrica, especializada en procesamiento de señales y comunicaciones en la Universidad de Illinois en Urbana Champaign, relató que es un desafío elevar una nave en Marte con el método actual de aviación terrestre, porque para volar se necesita viento y en Marte es mínimo.

La delgada atmósfera marciana es simulada en la Tierra en una cámara al vacío en la que ya completaron las primeras exitosas pruebas de elevación del MHS, que cuenta con 2 aspas de un metro de largo y un rotor que gira a 3.000 revoluciones por minuto, mucho más que las 600 que necesita uno tradicional para alzar vuelo. La energía necesaria para volar provendrá de una batería de litio que se recargará con un panel solar fijo situado encima de la cruceta.

Una cámara de fotos de alta resolución y otra para navegación van dentro de un cubo de 14×14 centímetros, que dispone de un sistema de calefacción para contrarrestar las gélidas temperaturas de las noches marcianas, entre otras adaptaciones al ambiente.

Aung aseguró que en Marte necesitan imágenes de alta definición, y eso solo se consigue con vuelos a baja altura, pues en la actualidad solo pueden tomar imágenes globales desde las naves espaciales, pero estas carecen de la calidad suficiente para ver los detalles en la superficie marciana.

La ingeniera explicó que el helicóptero serviría además de una especie de guía al examinar por adelantado el terreno para evaluar la mejor ruta para robots o astronautas, así como estudiar el interior de cráteres o abismos.

«Pero la prueba final del MHS es que en Marte vuele», asegura Aung sobre su intención de realizar cinco pruebas del aparato volador en el planeta rojo.

Y es que Balaram explica, aunque volar en la atmósfera de otro planeta será algo histórico, el MHS será, sobre todo, un pionero y servirá para validar la tecnología que se ofrece, al igual que hizo en su día el vehículo Sojourner, desde el cual la humanidad recibió las primeras imágenes en detalle de Marte.

Este pequeño robot arribó al planeta rojo en 1997 para abrir un camino que ahora recorren grandes robots que llevan consigo numerosos instrumentos científicos.


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