El aniversario de la caída del que fue símbolo por excelencia de la Guerra Fría, da a Berlín la excusa perfecta para pensar que sí es posible modelar el futuro. Con esa idea, la ciudad alemana acoge desde hace nueve años la conferencia Falling Walls, un encuentro que explora las fronteras del conocimiento para buscar respuesta a los desafíos que la humanidad tiene que afrontar en las próximas décadas si quiere sobrevivir y a las interrogantes que plantea el desarrollo tecnológico. Este año reunieron a 15 destacados líderes de investigación para que expusieran sus aportes visionarios frente a problemas que van desde la inseguridad alimentaria hasta la irrupción de la inteligencia artificial, desde la integración de los refugiados hasta la lucha contra la corrupción, desde la contaminación de los oceános y el cambio climático hasta la resistencia bacteriana a los antibióticos, desde la pobreza global hasta la detección temprana de las enfermedades. ¿Cuál será el próximo muro en caer?

Más plástico que estrellas

La investigadora de la Universidad de Tanzania Jennifer Lavers se ha hecho una celebridad ambientalista, en parte gracias a su participación en el documental Blue, que desnuda el impacto que en las últimas décadas ha tenido la contaminación por plástico sobre los oceános, hasta el punto de amenazar la supervivencia del planeta. En la conferencia, Lavers habló rodeada de enormes bolsas de basura para ilustrar una cifra grotesca: 20 millones de objetos de plástico invaden las áreas marinas cada día. “Hay más plástico flotando en los océanos en este momento que estrellas en la Vía Láctea”, sentenció. Lavers investigó durante meses un atolón del Pacífico Sur, otrora un pequeño paraíso deshabitado, la isla Henderson, en la actualidad uno de los lugares con mayor densidad de contaminantes del mundo, al que arriban al menos 13.000 objetos de plástico cada día. La científica, que llama a una acción global urgente, recordó también que muchos contaminantes que amenazan los ecosistemas ni siquiera son visibles: se han convertido en irreductibles partículas de plástico invisibles y omnipresentes.

Memoria que dará de comer

Podría decirse que la alimentación del planeta es bastante monótona, si se toma en cuenta que 60% de lo que se come se basa solamente en cuatro cultivos: maíz, arroz, trigo y soya. Sayed Azam-Ali, investigador de la Universidad de Nottingham en Malasia, piensa en la diversificación de la agricultura como un antídoto contra lo que ya se avizora como una crisis que hará imposible cubrir los requerimientos nutricionales de los 9 millardos de personas que habitarán, en menos de tres décadas, un planeta que, por si fuera poco, se está calentando. La clave estará, señala, en el rescate de la memoria de cultivos que han caído en desuso, bien porque han sido olvidados o porque son propios de grupos marginados. En ese sentido, llama a tomar cartas en la recopilación de información que está en riesgo. “Cada vez que muere un agricultor en África, se pierde una biblioteca entera”, ilustró. El mundo debe prepararse para resistir el cambio climático y sólo podrá hacerlo si la mesa le da espacio a especies distintas a las del menú que se ha hecho habitual, con el apoyo de nuevas prácticas y políticas agrícolas.

La riqueza de los refugiados

Alexander Betts, investigador de la Universidad de Oxford, se ha dedicado a tratar de desmontar el mito de que los refugiados representan una carga para los países que los reciben. En una Europa que se mostró agobiada en 2015, cuando más de un millón de personas ingresaron al continente, la tarea de contradecir a quienes creen que los refugiados dependen de la ayuda humanitaria o que son analfabetos en el uso de la tecnología no parece fácil, pero Betts se basa en datos para apoyar la tarea de erradicar los prejuicios. El caso emblemático de Uganda ha sido uno de los que ha estudiado con mayor atención, por el éxito sus políticas que dan derecho al trabajo a los refugiados. Las encuestas que Betts realizó en Kampala, la capital del país africano, le permitieron determinar que 96% de los refugiados usaba el teléfono celular y que 21% había creado un negocio en el que empleaba al menos a alguien más.  “Donde llegan los refugiados, contribuyen”, afirmó. Basado en eso, defiende la necesidad de repensar los sistemas de acogida, que deberían garantizar trabajo, educación y libertad económica.

Baterías que nunca se agotan

Desde que fue aislado por primera vez en 2004, el grafeno se convirtió en el material del futuro: 200 veces más fuerte que el acero, con admirables propiedades como conductor de calor y de electricidad. La investigadora del Trinity College de Dublín, Valeria Nicolosi, forma parte de la vanguardia tecnológica de quienes están explorando las posibilidades del ligero nanomaterial que, como recordó en la conferencia, es posible obtener a partir de «la raspadura» del grafito. Su equipo de trabajo se ha dedicado a desarrollar baterías que pueden producir con impresoras 3D, que podrían integrarse a cualquier producto, que durarían 1.000 veces más que una pila convencional y que podrían recargarse en pocos minutos. Todas estas características la hacen ideal para, por ejemplo, sustituir a las aparatosas baterías de los carros eléctricos, que pesan más de 250 kilogramos. «Queremos que ocupen menos espacio pero que tengan la misma potencia de sus predecesoras. Incluso, puede que no tengas que cambiar la batería en una vida o en varias», prometió.

Sueño para reparar el cerebro

Las horas que se emplean para dormir han sido vistas tradicionalmente como una pérdida de tiempo, pero nuevos descubrimientos neurocientíficos están demostrando que se trata de un periodo esencial para la salud del cerebro y del organismo humano en general. El científico de la Universidad de Tel Aviv, Yuval Nir, se ha dedicado a registrar las señales de las células cerebrales durante los distintos estadios del sueño y durante el insomnio. Estas ondas se asemejan al movimiento de un océano donde descansan secretos críticos para la mente y la salud. «Dormir es esencial para la atención, para la inmunidad, para el metabolismo», señaló. Algunas de sus observaciones han permitido profundizar en las relaciones entre la actividad cerebral durante el sueño y la vigilia. «Hoy sabemos que 20% de los accidentes de tránsito se producen en quienes no han dormido suficiente. Podemos medir el nivel de alcohol en la sangre, pero no si hace falta más sueño». Comprender a fondo este mecanismo permitiría mejorar los diagnósticos médicos, asegura.

Las redes que degradan las reglas

Del mundo árabe a Ukrania, de Brasil a Corea del Sur, la corrupción es un paisaje común que afecta a millones de ciudadanos en todo el mundo. La investigadora del Centro Internacional para la Paz Carnegie, de Washington, Sarah Chayes, reflexionó en torno a los mecanismos que hacen posible que este sea un mal difícilmente erradicable. «Las redes de corrupción conectan al sector público, al sector privado y a los criminales. No están sólo integradas de forma horizontal sino también vertical». El fracaso de sublevaciones populares que han querido sin éxito desalojar a gobiernos corruptos, le permiten afirmar que estas redes son además resilientes. «Caen los gobiernos, caen los presidentes, pero ellas permanecen». Chayes, quien ejerció el periodismo hasta 2002, pero luego de cubrir la caída de los talibanes decidió dedicarse a ayudar a la reconstrucción de Afganistán, señaló que sin la participación ciudadana no será posible derrotar este cáncer. «No sólo hay que luchar contra la corrupción, hay que tomar la decisión de no ser parte de ella».

La amenaza microscópica

Al experto en microbiología de la Universidad de Cardiff, Timothy Walsh, no le quitan el sueño los avatares de la política. Sí lo hace lo que considera el peor peligro que confronta la humanidad: la resistencia bacteriana a los antibióticos, que pone en riesgo todos los avances en materia de salud alcanzados por la medicina en el último siglo. «En 2050, morirá una persona por infecciones cada 3 segundos», alertó. Los mecanismos que hacen que las bacterias resistan la acción de estos fármacos y el mal uso de ellos explican esta vulnerabilidad creciente. «A los antibióticos se les solía llamar balas mágicas, pero ahora no son ni uno ni otro». Inglaterra, su país, considera que la resistencia de los antibióticos es una amenaza del mismo nivel del terrorismo y del cambio climático. «No se preocupen por el Brexit, sino por esto», recalcó.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!