Hay personas que no entienden que su presencia causa repulsión. Y, esto ocurre cuando se carece de sentido común, vergüenza y sobre todo de dignidad personal. 

Al igual que Jorge Arreaza, repudiado en todos los escenarios internacionales donde participa, en los que decenas de representantes de diversos países se paran de sus sillas y lo dejan hablando solo, así ocurre con el tristemente célebre José Luis Rodríguez Zapatero.

Nuevamente el ex presidente del gobierno español viene a Venezuela a hacer de las suyas; a pesar de que la Asamblea Nacional lo calificó como persona non grata, él insiste en venir al país a buscar su tajada de la torta. 

La extraña visita de Zapatero solo puede ser justificada por tres razones. La primera, el llamado de Nicolás Maduro para reactivar, por enésima vez, la vieja táctica del diálogo, ya que se sabe otra vez acorralado; es decir usarlo con su peón, su Zapatero remendón; segundo, Zapatero viene por cuenta propia a ver cuánto más dinero le saca a las lánguidas arcas públicas de Venezuela; tercero, Maduro se sabe derrotado y ve como puente de escape a España y desea articular su huida mientras el Partido Socialista Obrero Español se mantenga en el poder. 

Ya sea por una o por otra razón, la permanencia de Rodríguez Zapatero asquea a todos los sectores democráticos no solo de Venezuela y ni siquiera de Suramérica, sino que desde la mismísima España han expresado su rechazo a la posición cómplice de quien fuese su jefe de gobierno. 

Desde mi criterio personal, el Poder Legislativo venezolano tiene que levantar la voz y rechazar cualquier acción que venga de una de las personas causantes de la tragedia venezolana. Y es que, Rodríguez Zapatero se ha presentado como abogado del diablo, y ha pretendido, en reiteradas ocasiones, limpiarle el rostro a un régimen genocida y promotor de la mayor crisis de los derechos humanos en el continente. 

Todos los factores democráticos dentro y fuera de Venezuela deben condenar el accionar de un personaje que solo quedó para hacerle comparsa al peor sistema de gobierno de América, que solo busca meter sus manos sucias en los residuos de los dineros públicos venezolanos. 

Sin duda, Rodríguez Zapatero quiere raspar la olla, así como ya lo están haciendo quienes se obstinan en seguir con la usurpación del poder en nuestra golpeada y herida nación. 

Como diputado les hago un llamado a mis homólogos en el Parlamento español para que no se hagan eco de la complicidad abusiva, gris y manchada de sangre de la sociedad venezolana, de José Luis Rodríguez Zapatero, los invito a elevar su voz de rechazo y a que nos acompañen en esta justa y digna lucha de liberación de Venezuela. 

Como dice el dicho: zapatero a sus zapatos… Rodríguez Zapatero debe regresar a su país porque sus malos oficios no son requeridos por nadie del bando demócrata; ya lo conocemos, su careta se cayó hace mucho tiempo. Nadie puede confiar en el alcahuete de Nicolás Maduro y de la narcodictadura que este dirige.


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