Cuando supe que sería papá, casi me muero. No fue una completa sorpresa, no fue algo inesperado (pues lo estábamos buscando), pero igual me sorprendió la noticia. Mi esposa me dijo: “Me hice una prueba, porque creo que estoy embarazada”. Allí sentí que todo se ponía en cámara lenta.

Cuando se confirmaron finalmente las sospechas, bueno, la celebración no se hizo esperar. Me tomé de un solo golpe todo el vino que guardaba en la nevera y después tuve que ir a comprar más.

Mi esposa solo tomó agua y me miraba con cierta envidia, pero, ¿Qué le vamos a hacer? Si yo pudiera quedar embarazado, no tomaría ni una gota de dulce licor (aunque también miraría a los que sí lo hacen con envidia).

Con la noticia de que sería papá se estaba cumpliendo uno de mis más grandes anhelos, uno de mis mayores sueños.

Aunque debo decir que la naturaleza es un poco injusta con la mujer. El hombre para quedar embarazado solo tiene que hacer lo más básico, ni siquiera tiene que disfrutar el acto sexual, pero para que la mujer quede embarazada se tienen que cumplir una serie de requisitos, como tener la temperatura correcta, que sean los días exactos de fertilidad, hacerlo en la posición ideal (piernas arriba y demás), que mercurio no esté retrógrado, alcanzar el séptimo sentido y el ultra instinto al mismo tiempo, y hay que verle la cara a eso. Por eso, la mujer merece una estatua y que le recen.

Desde que supe la noticia de mi paternidad, comenzó a crecer en mí un amor eterno e incondicional por mi futuro bebé.

Y pues, quedé en el piso impactado por el shock y la felicidad (la cantidad grosera de licor que tomé no tuvo nada que ver).

No hay mayor felicidad en el mundo que el saber que vas a ser un «Baby Daddy».

Así que salud y a disfrutarlo.


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