Sí, la ruta es clara. Los venezolanos tenemos al frente un camino que transitar: La Liberación. 

Si realizamos un ejercicio reflexivo sobre la lucha que llevaron adelante los padres libertadores, nos encontramos con dos visiones diferentes. Para aquellos días de 1808 y 1810 había dos orientaciones, la que propugnaba un “acuerdo político”, quienes hablaban de cambios lentos, e incluso abogaban por los derechos de Fernando VII, y quienes pedían la libertad a como diera lugar.

Esta agria disputa de aquellos días fue llanamente zanjada cuando el libertador Simón Bolívar, cuando apenas era un tribuno en la Sociedad Patriótica, dijo aquella frase de “300 años de calma no bastan”. 

En los días de la Independencia, fueron los hombres temerarios los que partearon la libertad no sólo de Venezuela sino de todo un continente. Fueron las acciones valientes y las decisiones corajudas lo que determinaron nuestra identidad patria. 

Los diálogos, los acuerdos, las posiciones más dóciles no alcanzaron nada, y quienes la defendieron fueron tragados por la misma historia. 

Años más cerca, en la década de los 50, hombres como Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Machado, no basaron sus luchas en argumentos legales para deshacerse de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. 

Aquellos hombres no plantearon salidas consensuadas con los tiranos, sino que los echaron del poder. Nuevamente, fue la actitud valiente y decidida quien nos dio, en esta oportunidad, nuestra democracia. 

Ahora, nosotros no podemos seguir hundiéndonos en los miasmas  de diálogos que sólo oxigenan al gobierno y le permiten jugar con el cansancio de la población. Nosotros tenemos que asumir nuestro papel y liberar a nuestra amada nación de este yugo socialistas que ha empobrecido a nuestro país. 

La ruta está clara, debemos seguir el ejemplo que nos trazaron nuestros padres libertadores. Debemos emular la gesta que realizaron los padres fundadores de la democracia venezolana. 

No podemos permitir que la nación, que en el pasado fue símbolo de libertad y democracia, sea el reducto de aquellos que se aferran al despotismo y la tiranía. No podemos permitir que un puñado de hombres, que constituyen una mafia política, en este momento continúe usufructuando el ejercicio del poder en Venezuela. 

La ruta es una resistencia digna y cívica. La ruta es que seamos una nación homogénea y firme, que derrotemos con la fuerza de nuestra voluntad el empeño del desgobierno de someternos como si fuéramos una nación de borregos. 

Demostremos que somos el país donde nación Bolívar, Miranda y Páez, tomemos la ruta clara de la resistencia por la redemocratización del país. 

Desde la Asamblea Nacional se deben tomar las acciones para la designación de un Gobierno de Transición Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) legítimo debe convalidar esta acción, y la ciudadanía debe estar en la calle, movilizada y luchando por su propia libertad.


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