¿Cuántos jonrones habría dado hoy Antonio Armas?

El más representativo slugger venezolano del pasado siglo disparó 97 cuadrangulares en nuestra pelota y 251 en las Grandes Ligas. A su retiro, hace un cuarto de siglo, era el líder criollo de todos los tiempos en las Mayores y el número uno en la LVBP.

Armas ha vuelto a la palestra esta semana, gracias a Luis Jiménez. El Gigante de Bobare descargó el martes su cuarto vuelacercas de la temporada y llegó a 97 en su carrera, igualando al gran anzoatiguense, miembro de nuestro Salón dela Fama.

El larense llegó a la cifra en menos turnos que el oriental, 2.129 contra 2.730 de su antecesor. Pero la coincidencia de ver a ambos en la cuarta casilla del conteo histórico nos hizo recordar la anécdota preferida que guardamos del toletero derecho.

Cuenta Armas que su poder era ciento por ciento natural. Nunca hizo pesas. De hecho, en su tiempo eran consideradas contraproducentes en el beisbol. Los trainers, los equipos y los peloteros en general creían que la excesiva musculatura podía restar velocidad al swing.

Sí, es todo lo contrario y estaba probado en todas las disciplinas del deporte olímpico: un programa de pesas bien diseñado redundaba en un mejor rendimiento. Por aquel tiempo, en la década de los 80, Dale Murphy era la gran referencia entre los aporreadores de la Liga Nacional, un caso debatible para Cooperstown, aunque sin la fortuna que tuvo Jim Rice, su par en la Americana. Murphy se hizo célebre porque fortalecía sus muñecas con un curioso método. Nada de mancuernas, él hundía los puños en grandes cuencos de arroz y movía las articulaciones adelante y atrás, a un lado y al otro.

Antes de la irrupción masiva de los esteroides en la MLB, ya en los años 90, era común ver sluggers como Murphy y Armas, sin mucho peso y bien entallados; de complexión atlética, pero lejos de los cuerpos que luego exhibirían Mark McGwire, Sammy Sosa o Barry Bonds.

El nativo de Puerto Píritu sostiene con seriedad que su “fuerza bruta”, como la define, nació en el conuco de su padre, de donde iba y venía cargando sacos con yuca y otras pesadas cosechas. Era un adolescente cuando firmó con Pittsburgh.

Jiménez ya es el zurdo con más bambinazos en nuestra liga y muy pronto se convertirá en el cuarto paleador sobre 100 tablazos fuera del parque. Hace tiempo que terminó la Era de los Esteroides, pero de ella quedó algo positivo: los cuartos de acondicionamiento en cada estadio, la posibilidad de trabajar grupos musculares específicos para potenciar las habilidades naturales.

Como Armas en su época, el designado de Caribes es dueño de gran fuerza natural. Tiene tanta, que ha sido capaz de sacar la pelota del Universitario, literalmente, en juegos reales. Quizás por eso ha pasado por períodos de extrema confianza, como el que vivió antes de este torneo, lo que le llevó a confesarle hace días al periodista Carlos Valmore Rodríguez que dejó pasar la oportunidad de llegar a este campeonato en la mejor forma física, lo que ha impactado en sus numeritos actuales.

Cada vez que alguien habla de los jonroneros del presente, este cronista piensa en aquel muchacho que cargaba sacos desde el conuco hasta la casa. Y de allí la interrogante.

De haber jugado en el presente, ¿cuántos jonrones habría dado Antonio Armas?

@IgnacioSerrano

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