Pablo Sandoval fue el centro de una nueva polémica hace algunas semanas, cuando defendió su deseo de jugar beisbol invernal este año en México, no en Venezuela, aludiendo motivos relacionados con la delincuencia e inseguridad personal que vivimos en nuestro país.

Los argumentos del antesalista son válidos. Más allá de lo que cada quien pueda pensar sobre el nativo de Puerto Cabello, sobran las razones para admitir que cualquier ciudadano, no digamos ya uno con su chequera, corre peligro al deambular por las calles, incluso al hacerlo en camionetas blindadas.

La respuesta del Magallanes fue tajante. Dijo Roberto Ferrari, presidente del equipo, que de ningún modo estaba dispuestos a autorizar la mudanza del Panda. Recordemos que un pelotero no puede participar en otro circuito de la Confederación del Caribe si no cuenta con su carta de libertad, o al menos con la autorización de su club original.

Pedro Castellano actuó en la Liga Mexicana del Pacífico cuando fue dejado libre por Aragua y decidió no volver a firmar en la LVBP. Lo mismo hizo Maxi Ramírez una vez que fue cortado por Margarita. Este, sin embargo, es un caso distinto, pues Sandoval es parte de la nómina de los Navegantes, al menos en términos formales.

La última palabra de Ferrari remitió al jugador a buscar equipo en alguna de las ligas invernales independientes, si así lo deseaba. Estas no son regidas por la Confederación, aunque su nivel competitivo, ciertamente, es menor: Australia, Nicaragua, la Liga de Veracruz,  Colombia o incluso Panamá, que está a las puertas de entrar al organismo regional.

Por aquellos días no escribimos mucho más del tema por estar de vacaciones, único lapso del año en el que no publicamos esta columna. Pero luego de eso vinieron otros casos. Frank Díaz informó a los turcos que había optado por quedarse en suelo azteca, junto a toda su familia, incluso sin tener planes de jugar por allá. Pedro Rodríguez señaló a los Caribes que buscaría equipo en el torneo veracruzano, al no llegar a un acuerdo con el alto mando tribal.

La de Díaz fue una decisión familiar. Prefirió permanecer con los suyos en un país donde al menos es fácil encontrar medicinas y alimentos, sin tener que hacer colas o sufrir la tremenda injusticia de la escasez. La de Rodríguez fue producto de una diferencia contractual, aunque tiene el mismo marco: un trabajo pagado en dólares, hoy, es infinitamente superior a lo que puede hallarse en nuestro mercado laboral, sin mencionar la hiper inflación y la falta de productos de primera necesidad.

¿Por qué Magallanes no dio permiso a Sandoval, entonces? ¿No es comprensible su posición?

La gerencia de los bucaneros, lamentablemente, hizo lo que debía hacer. En las circunstancias que vivimos en Venezuela, muchos iban a seguir el ejemplo del toletero ambidiestro, en caso de tener el visto bueno del equipo. ¿Por qué él sí y yo no? Eso planteaba un riesgo capital para la novena: el peligro de quedarse sin peloteros de primera para el combate.

¿Es injusto? No necesariamente. Quien lo desee, puede irse a Colombia o Veracruz, como decidieron Rodríguez y últimamente el grandeliga Adrián Sánchez, quien al parecer optará nuevamente por la liga neogranadina, en vez de reforzar a las Águilas.

Son las nuevas condiciones en las que se juega la LVBP.

@IgnacioSerrano

www.elemergente.com


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!