Es imposible no recordar a Rodolfo José Mauriello cuando ocurre un cambio como este que el martes cerraron Magallanes y Anzoátegui. Los tiempos han traído un panorama distinto al que en su momento describió ese gran periodista, pero de vez en cuando aparece un acuerdo como aquellos de los años 70, que llevó al fallecido analista y comentarista a asegurar que “en Venezuela los cambios se hacen por odio”.

Fue un titular tremendista ex profeso, buscando llamar la atención y resumir lo que solía suceder en la LVBP, cuando todavía no ocurría la última expansión. Su idea era expresar que los equipos no buscaban compensar sus carencias, sino salir de jugadores díscolos, peloteros con quienes sostenían diferencias económicas aparentemente insalvables, y así.

No pasaba siempre, pero pasaba.

Caribes no odiaba a Pedro Rodríguez. Está claro que eran un matrimonio perfecto. El derecho es de la zona, nacido en Barcelona, querido por la afición. En la temporada 2015-2016 impuso un récord para la franquicia con 19 salvados y se adueñó de la marca absoluta en la historia de la tribu, con 43. Ha sido un serpentinero consistente, con 3.38 de efectividad y cerca de un ponche por inning lanzado. Deja atrás el apodo de “el amolador”, ganado en las tribunas del Chico Carrasquel.

La relación se deterioró, sin embargo, porque Rodríguez tuvo aspiraciones económicas que la divisa consideró muy elevadas. Ya en la 2016-2017 demoró su incorporación por ese motivo, hasta que finalmente firmó. Ahora no. Es imposible juzgarlo, pues cualquier salario parece poco hoy, con la brutal crisis que vivimos los venezolanos.

Tampoco podemos juzgar a la escuadra oriental. Tan difícil es vivir de un sueldo en nuestro país en estos tiempos, como difícil es hacer un presupuesto y ejecutarlo. El caso es que el diestro pasó a ser únicamente una línea de Excel en la nómina indígena. Para tenerlo de nombre y no tenerlo en el campo, mejor enviarlo a otro lugar y recibir a un pitcher que pudiera aportar de inmediato.

Los Navegantes ganan un brazo durable y con experiencia para apoyar al cerrador Hassán Pena. El cuerpo de relevistas turco es ahora más profundo, porque Rodríguez tiene madera de cerrojo, aunque trabaje en el séptimo o el octavo. El beisbol actual vive del poder y del bullpen.

Yénder Cáramo fue una pieza joven e interesante hace un tiempo, antes de enfrentar problemas físicos. No ha podido traer a la LVBP esos buenos números que puso en las categorías inferiores de Kansas City, ya tiene 26 años de edad y, aunque acaba de actuar en Triple A, nunca había dejado una efectividad tan elevada, con 4.98 y récord negativo.

Pero ojo, Cáramo no es pieza de relleno. Aunque poncha muy pocos rivales, apenas 4,9 por cada nueve entradas, le dan muchísimos rodados, es extremadamente controlado y permite muy pocos jonrones, condiciones ideales para probar en un escenario como el Chico. Y si bien tuvo un año discreto, sabemos que los cambios de ambiente a veces obran para bien en la pelota.

Magallanes tiene el presupuesto más robusto de la liga y puede, por tanto, satisfacer las demandas de Rodríguez, con quien debería ser más fuerte en el último tercio. Anzoátegui echará de menos a su cerrojo, pero gana un lanzador con madera para ser abridor, algo muy preciado en el circuito. Veremos.

@IgnacioSerrano

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