Varios familiares y amigos de los desafortunados que naufragaron en los peñeros que zarparon de Güiria con destino a Trinidad y Tobago, nos han pedido enfática y desesperadamente que no nos olvidemos de esos venezolanos que se lanzaron a la mar buscando escapar de la trágica situación que padecemos en Venezuela. 

Ellos, vecinos de Güiria estado Sucre y de El Tigre estado Anzoátegui, con la angustia de saber lo que sucedió con sus seres queridos han pedido que no nos olvidemos de sus hermanos, hijos, nietos, esposos y amigos, que hagamos todo lo que podamos hacer para continuar su búsqueda. 

En su llamado piden auxilio internacional porque saben que los usurpadores no les interesan en absoluto lo que sufren los venezolanos. Ellos están seguros que desde el régimen no moverán un dedo para buscar a los náufragos de los peñeros. 

Hasta con lágrimas en sus ojos y con la voz cortada, piden ayuda al Alto Mando Militar venezolano, a la Asamblea Nacional, lanzan su llamado afligido a la Organización de Naciones Unidas, la Cruz Roja, las ONG’s que defienden los Derechos Humanos, a embajadas y a todos aquellos que pueden ayudarles. 

Y no sólo, piden socorro sino que proponen acciones concretas. Entre las peticiones de los adoloridos familiares y amigos está la activación de la Operación VENTRI, la cual fue ejecutada en el 2016 en el marco de un caso similar. 

En aquella oportunidad, los equipos militares junto con guardacostas de Venezuela y de Trinidad activaron una serie de protocolos de búsqueda y rescate, y justamente esto es lo que están solicitando en este momento. 

El dolor es entendible, lo que no es para nada comprensibles es la indolencia como actúan funcionarios, usurpadores o no, ante las emociones de angustia que se vive tanto en Güiria  como en El Tigre. 

Como diputado a la Asamblea Nacional elevo mi voz, y me hago eco de las solicitudes realizadas para la búsqueda de una veintena de venezolanos que tomaron la arriesgada decisión de embarcarse en un bote para buscar unas costas donde vivir y hacerlo mejor que acá. 

Lo que estamos viviendo en el país, con miles de personas cruzado a pie las fronteras hacia Colombia o Brasil, lo que vemos con decenas de venezolanos que ponen en peligro su vida para cruzar por mar rumbo a Trinidad, Curazao o Aruba, es el mejor ejemplo de que la crisis venezolana llegó a un punto catastrófico. 

Y, aprovecho estas líneas para recordar a César Pereira, cuyo vil asesinato cumple dos años este 28 de mayo. A él tampoco podemos olvidarlo, como a ninguno de las decenas de luchadores que han caído a manos de la represión, la opresión y la saña del régimen. 

César era un joven de apenas 20 años de edad, que tenía un sueño, el mismo de millones de venezolanos, vivir en un país de libertad, justicia y desarrollo. Él murió luchando por eso, y nosotros no podemos olvidar su sacrifico y su ejemplo. 

¡Prohibido olvidar!


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