El #MeToo se vitaliza en América Latina, cada día aparecen casosnuevos. Uno de los más recientes ocurrió en Argentina. Los hechos: Juan Darthés, actor de televisión que desarrolló su carrera en Argentina fue denunciado por la actriz Thelma Fardín. En una rueda de prensa (donde estuvo acompañada del Colectivo Actrices Argentinas) y por medio de un video realizado especialmente para la ocasión, Fardín lo acusó de haberla violado cuando todavía era menor de edad y trabajaban juntos en una serie de televisión. Días después Darthés lo negó en una entrevista.

Para conocer los pormenores sobre este caso solo basta poner el nombre de alguno de los involucrados en Google. Los medios de comunicación argentinos (y del mundo) han publicado un gran número de notas sobre el asunto. Esta no es la primera acusación para Darthés, años antes otra actriz lo había denunciado por “excesos” en el set de grabación. Luego de la acusación de Fardín, otras mujeres se han sumado a la lista declarando que el actor mantiene conductas impropias.

Hay una acusación abierta en Nicaragua en su contra (lugar donde supuestamente se dio la violación) pero no existe el dictamen de un juez, no hay sentencia. En teoría Juan Darthés es inocente (como cualquiera de nosotros) hasta que se demuestre lo contrario.

Escribo en teoría porque en la práctica no es así.

Darthés ha sido condenado socialmente. La presión mediática fue tan abrasiva en Argentina, donde residía, que tuvo que irse a pasar las fiestas navideñas a Brasil, su país de origen. En los medios se ha dichohasta la saciedad que es culpable del delito de violación, sin que haya concluido una investigación que lo demuestre.

Particularmente me parece grave acusar a alguien (hombre o mujer) y etiquetarlo de culpable sin un juicio de por medio. 

Si bien es cierto que todos (hombres y mujeres, no es un tema de género) tenemos derecho a denunciar cuando se ha cometido un abuso en nuestra contra. También es verdad que el mero hecho de denunciarlo no es un aval. No debería serlo. Mucha gente miente: hombres y mujeres.

Existe la presunción de inocencia y el beneficio de la duda. Aunque cada uno es libre de creer la versión que quiera.

El problema no está en creerle a  Thelma Fardín o a Juan Darthés. Si comentas tu opinión en un sofá con tus amigos o encerrado en cuatro paredes no hay inconveniente. Pero hacer declaraciones públicas y participar en  escraches ya entra en otro terreno, en uno turbio y peligroso.

Afirmar que una persona es culpable de algo tan grave, sin que exista una investigación que  lo avale, es por lo menos el inicio de lo que llamarían siglos atrás una caza de brujas.

No hay que perder de vista que la condena social, la justicia por mano propia es también un delito.

Sucedió recientemente con Morgan Freeman, el actor de Hollywood. Fue acusado de actos impropios por más de 10 personas. Todas las denuncias quedaron deslegitimadas.

¿Qué pasa en esos casos con la reputación del supuesto abusador? ¿Qué debería hacer Freeman? ¿Quién le devuelve su buen nombre?

Las víctimas de abuso sexual merecen compasión y respeto. Validar sus denuncias equivale a comenzar una investigación que esclarezca los hechos.

Sin embargo, es elemental tener en cuenta que la defensa de los derechos de cualquier persona deberíanestar siempre basadosen principios de justicia y equidad. Sin importar el género de la víctima y del acusado.

Se supone que todos queremos verdadera  justicia y sobre todo un trato igualitario para hombres y mujeres ¿o no es así?


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