Esperamos al último momento para decidirnos en el Premio Vitico Davalillo al Jugador Más Valioso. Hay muy buenos argumentos para inclinarse por cualquiera de los cuatro o cinco sólidos candidatos que deberían acaparar las preferencias. Hace mucho tiempo que no se presentaba un caso así.

Dejamos fuera a quien posiblemente haya sido el más completo del torneo, el colombiano Harold Ramírez, campeón bate con .381, líder en promedio de embasado con .459 y el mejor con 1.016 de OPS. Fue un seguro defensor en el right de los Leones, ligó extrabases y causó un impacto tal, que su salida transitoria del equipo fue seguida por un pequeño descalabro.

Ramírez merece mejor destino, pero su marcha en la segunda mitad es crucial en una votación tan disputada. Sólo participó en 44 encuentros, se perdió más de una cuarta parte del calendario y eso hizo que sus estadísticas totales no resultaran tan buenas como las de sus rivales.

Un detalle muy elocuente habla del neogranadino y es haber terminado con 40.8 carreras creadas, prácticamente igual que su compañero Harold Castro y entre los cinco mejores del circuito.

Es esa una estadística muy útil para medir el aporte ofensivo de cada jugador. Como su fórmula nació de la deconstrucción del total de anotaciones de una divisa, resulta formidable para calcular con precisión lo hecho por cada toletero al final de un torneo, sin importar si se trata de un bateador de líneas o un jonronero.

Él y su tocayo Castro fueron figuras indiscutibles de la 2018-2019, aunque los otros tres contendores les roban protagonismo en casi todos los demás lideratos individuales. Es el único detalle en contra de dos grandes cosechas, las suyas.

Así que terminamos en la diatriba que ha apasionado a colegas y aficionados en estos días: decidir entre Willians Astudillo, Franklin Barreto y Delmon Young.

Cualquiera de los tres será un justo ganador. Los tres resultaron fundamentales en sus escuadras, más allá de clasificar o no (porque en la LVBP clasifican casi todos). Será justicia el hecho mismo de que aparezcan juntos en el cuadro de honor.

Astudillo fue una máquina, con estupendos promedios. Barreto remató con tal ímpetu, que dejó una línea ofensiva en algo parecida a la de Ramírez, cerrando con .944 de OPS. Young fue el epítome del poder.

Nuestro voto fue para el estadounidense. Aunque su gran virtud está reflejada en el slugging, sus promedios también fueron sólidos y sus totales resultaron abrumadoramente superiores. Fue líder en cuadrangulares, carreras creadas, anotadas, impulsadas, extrabases, almohadillas alcanzadas y varios apartados más. Son muchos renglones como para pasarlo por alto.

Para este cronista, sin embargo, lo decisivo fue el carácter histórico de Young. Cuando pasen algunos años, lo de sus contrincantes será emulado por nuevos candidatos, esos que aspirarán al Premio Vitico Davalillo en los años por venir. Habrá quienes pongan rutilantes estadísticas y combinen buenos promedios, como ellos. Pero lo del norteamericano será recordado como algo casi único, que queda en los libros de récords, al combinar 19 vuelacercas con más de 50 remolques, liderando a los anotadores y tantas estadísticas más.

Puede que gane la distinción, puede que no. Pero tiene nuestro voto como Jugador Más Valioso.

@IgnacioSerrano

www.elemergente.com


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!