Pasa pocas veces que dos equipos de la LVBP intercambian nada menos que a ocho peloteros en una misma transacción. Es un canje tan poco común, que lo evaluaremos en dos columnas, para medir lo que entrega y recibe cada equipo desde su óptica particular.

Los Cardenales entregaron cinco jugadores a las Águilas. En teoría, al menos numéricamente, Lara está dando más de lo que recibe Zulia, que cedió tres. Ese solo dato sirve para disparar los resortes de algunos aficionados desconfiados.

Para más, los peloteros de mayor nombradía fueron cedidos por los crepusculares: el patrullero Jairo Pérez, un slugger con buena reputación en nuestra pelota, y el pitcher Richard Castillo, que ha sido abridor y relevista, una dualidad que vale oro.

La tropa larense, ciertamente, entregó un buen botín. Al par de experimentados jugadores, agregó al receptor Luis Álvarez, al pitcher Pablo López y al jardinero Wilyer Abreu.

¿Vale la pena entregar tanto? Veamos primero con detalle el paquete que partió hacia Maracaibo.

Pérez es un bateador peligroso, capaz de dar extrabases, mejor como designado que como guardabosques. El mes próximo cumplirá 29 años de edad y milita en México, ya fuera del beisbol organizado. De por vida, batea para .287/.364/.469 en la LVBP. Puede dar dobles y jonrones, y probablemente estará disponible desde el inicio de la zafra.

Castillo tiene más pasado que presente, debido a las lesiones y a su desvinculación del beisbol organizado. Se encuentra en España, luego de algunas justas en circuitos independientes. Fue parte del roster activo en la 2016-2017, pero tiene que demostrar sus condiciones. En ese sentido, su salida se compensa con la llegada de Marcos Tábata, otro veterano, básicamente apagafuegos, también fuera del sistema de las menores, que vive el proceso de demostrar que sí tiene con qué completar un regreso.

López está construyendo su caso como prospecto. Es abridor, aún no ha puesto números brillantes y se encuentra en Clase A avanzada. Abreu firmó hace muy poco, es un talento en bruto. Y Álvarez, que en el norte fue dejado en libertad y tiene 27 años de edad, prácticamente no jugó papel alguno en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez. Visto este resumen, y aunque valen, Pérez es la clave.

La primera respuesta para los Cardenales, ante la diatriba, está en el recuerdo de que dominaron ampliamente la última eliminatoria, pese a que el slugger portugueseño únicamente consumió 128 turnos, por problemas físicos.

La segunda respuesta está en el talento que llega desde Maracaibo: además de Tábata, que equivale a Castillo, están Anthony Jiménez y Erick Salcedo.

Jiménez es un pelotero con cinco herramientas, puede defender el center y brilla actualmente en la Liga del Medio Oeste, Clase A media. Es la verdadera joya del convenio. En teoría, debería poder ayudar a partir de la campaña 2018-2019, aunque en esta que viene pudiera cumplir el papel que tuvo Elvis Escobar.

El propio Escobar, Ericson Leonora y miembros de la generación emergente quedarán a cargo del jardín. Pero el premio vale la pena, debido al potencial del que llega. Y Salcedo, que está bateando muy bien en doble A, parece listo para protagonizar desde octubre en el cuadro.

Todo cambio implica dar y recibir. Y esta apuesta de los Cardenales bien vale la pena.

@IgnacioSerrano

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