El beisbol venezolano tiene la posibilidad, incluso la obligación, de hacer un aporte a la Venezuela noble que todos queremos, ese país de buenos ciudadanos, ajeno a la violencia, respetuoso de las diferencias, por el que millones de ciudadanos luchamos hoy.

Es extraordinario el poder del deporte como ejemplo y motivación. ¿Quién no lo sabe? Y es responsabilidad de los equipos y de la propia directiva de la LVBP sacar partido de eso, convirtiéndose en actores activos en la construcción de ese futuro que soñamos.

Nuestra pelota puede contribuir en áreas fundamentales, contra la violencia, a favor del juego limpio y en el respeto de las rivalidades, en el entendido de que ser adversarios no significa ser enemigos.

He aquí una clave: subrayar ante los seguidores de cada equipo que defender una divisa no significa despreciar a las restantes.

Es muy fácil para la liga y sus ocho integrantes aportar un granito de arena en la construcción de la paz, de una patria buena, respetuosa de la diversidad y enemiga de la violencia.

Lo primero es sumar a las figuras de cada divisa, tanto las leyendas como las estrellas de la actualidad.

Esas figuras (Antonio Armas, David Concepción, Robert Pérez, Wilson Álvarez, Luis Aparicio, Oswaldo Guillén, Edgardo Alfonzo y un largo etcétera) unidas a los astros de hoy (Miguel Cabrera, José Altuve, Félix Hernández, Carlos González y todo aquel que sea posible involucrar) y, por supuesto, los protagonistas del campeonato entrante (cada escuadra sabe quiénes son) deben ser las caras visibles de esta campaña.

No va a costar mucho dinero. No hay que contratar agencias de publicidad ni cuñas en TV. Basta con que cada departamento de prensa grabe mensajes alentadores en la voz de cada una de esas estrellas o utilice sus rostros junto con frases que estimulen la sana competencia, el respeto del rival, la no violencia y el reconocimiento al esfuerzo que realizan los peloteros propios y extraños en el terreno de juego.

Hay que llenar los estadios con pancartas y posters que incluyan frases constructivas, acompañadas por la foto de esas leyendas.

Hay que grabar mensajes que estimulen la deportividad y el disfrute del juego, más allá del orgullo que cada quien sienta por su camiseta, y poner esos mensajes en las pantallas gigantes de cada estadio, antes de cada encuentro, y también en el quinto o el séptimo inning.

Que el sonido interno, que los circuitos radiales, que todos quienes formamos parte del espectáculo remachemos valores y mensajes estimulantes. La gran mayoría de los ejecutivos actuales, los periodistas de más edad y los aficionados de larga data crecimos en un país que sabía aplaudir a sus contrincantes. Hay que recuperar esa Venezuela.

Vivimos un momento de quiebre, rodeados de injusticias y violencia. Pero seamos honestos, esa violencia, esa intolerancia han venido reflejándose en nuestros diamantes desde hace varios años.

El beisbol es el pasatiempo nacional, la principal vitrina del talento local, el lugar de encuentro de tirios y troyanos. Hemos crecido en familias donde se entremezclan caraquistas y magallaneros, sin que eso sea un conflicto.

Resaltar esos valores, subrayar lo mejor de la venezolanidad, es el aporte que nuestro beisbol puede hacer en esta hora menguada de nuestro amado país.

@IgnacioSerrano

www.elemergente.com


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