En enero vivimos una justificada polémica. Los Tigres, barridos por las Águilas en la primera ronda de playoff, avanzaron igualmente a la semifinal, a pesar de que los Bravos, derrotados por los Cardenales, dieron su batalla al máximo de siete juegos.

El grueso de la opinión pública pareció alinearse con Margarita. Los insulares llegaron a la postemporada como el club más débil, en opinión de los analistas, y estuvieron a punto de eliminar a los dictadores de la eliminatoria.

La salida de los neoespartanos tuvo un sólido argumento: en medio de esa curiosidad que es el “perdedor afortunado” (o como se le llamó en el baloncesto venezolano: el “mejor perdedor”), los equipos decidieron en las condiciones de campeonato que debía prevalecer lo hecho en el torneo regular, no en la serie corta.

Esto se asumió sobre la experiencia de la LPB. No quisieron las novenas que una divisa con un pobre desempeño entre octubre y diciembre pudiera tener el privilegio de seguir con vida en enero, por el solo hecho de ganar tres veces allí.

Aquello, en teoría, lucía impecable. La polémica ocurrió porque bengalíes, orientales y Tiburones pasaron a los playoffs con récord igualado de 30-33 y los rayados quedaron mejor ubicados por el tecnicismo de las series particulares. De allí el contraste ocurrido después.

Muchas cosas se dijeron y propusieron entonces. Los ejecutivos de nuestra pelota, sin embargo, no querían ceder en lo fundamental: que lo anecdótico, el infortunio de los Bravos, hiciera olvidar que es más importante lo hecho en el largo plazo de la eliminatoria, respecto al corto plazo de una serie de siete juegos.

Un aficionado que prefirió el aporte antes que la ira le escribió su idea a este columnista. Acá la publicamos, en su momento. Importantes dirigentes de la LVBP conocieron así la idea y decidieron llevarla al pleno de la Convención Anual.

Ese fue el origen de la medida aprobada el jueves en Barquisimeto. La nueva norma para definir al comodín hará mayor justicia, manteniendo el espíritu que movió inicialmente a los equipos, pero agregando una solución, en caso de que se repitan eneros como este que pasó.

En el beisbol dice más el largo plazo que el trecho corto. Así que el wild card ahora no sólo contabilizará lo sucedido de octubre a diciembre, sino que sumará los triunfos y derrotas de octubre a enero.

Veamos el ejemplo: en la 2016-2017, Aragua quedó con 30-37 al ser barrido por Zulia, La Guaira mejoró a 32-37 al caer ante Anzoátegui y Margarita subió a 33-37 luego de batallar con Lara. De haberse aplicado esta norma, los insulares habrían pasado.

Es polémico de por sí que de ocho elencos clasifiquen seis. Muchos consideran eso un exceso, con sus razones, y también hay razones económicas para que más conjuntos sean parte del pastel de postemporada, el único que permite cerrar las cuentas con números azules, no rojos. En estos tiempos duros, hay que cuidar la salud financiera de los ocho clubes, ya de por sí delicada. Porque ¿qué emprendimiento, qué empresa con bases honestas realmente florece hoy en nuestra transida Venezuela?

En esas circunstancias, es positivo que la LVBP busque mayor justicia. Pero mejor todavía, es hermoso que la propuesta haya nacido de un aficionado, alguien que en vez de insultos, prefirió proponer ideas.

@IgnacioSerrano

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