Nadie ganó más juegos la temporada pasada que los Cardenales de Lara. Nadie lucía mejor armado en la eliminatoria, y esa estructura quedó refrendada con el avance a la final. Sin embargo, algo faltó. Más allá de lo obvio —las Águilas fueron mejores cuando era más necesario y los pájaros rojos pasaron por una mala racha en el peor momento— los crepusculares merecían mejor resultado. ¿Están listos para cobrar?

Es una cuenta de vieja data. Los occidentales no alzan el trofeo desde 2001, en los tiempos de Luis Sojo, Giovanni Carrara y Robert Pérez. Dos generaciones de peloteros han transcurrido desde entonces, con tres tropiezos en finales y amargas eliminaciones. El alto mando dice que la hora es ya.

Puede que sea cierto. Quedó una obligación por lo sucedido en la 2016-2017 y por la nómina que pueden llegar a exhibir los larenses. También hay sentido de la urgencia. Cualquier otra divisa posiblemente habría mantenido a bordo al manager subcampeón, alguien con la trayectoria y respetabilidad de Luis Dorante. Aquí no. Esos detalles en la conducción, aparentemente pequeños, ese fuego necesario, esa agresividad para el manejo táctico, pueden ser o no la diferencia que termine con la insoportable espera. No es poca cosa el peso sobre los hombros del nuevo piloto, José Moreno.

Moreno tiene experiencia en la organización y ha dirigido en las menores. Fue receptor, una posición donde se aprende, y es hombre de beisbol. Pero la verdadera evaluación empieza ahora.

Comienza con un hándicap. El club anterior tuvo desde el vamos a algunos pilares fundamentales que ahora se irán incorporando por cuentagotas. Juniel Querecuto y el cubano Rangel Ravelo llegan pronto, no tanto Ildemaro Vargas y algo más tarde Carlos Rivero. Asuntos familiares impidieron la incorporación del as Raúl Rivero en la pretemporada, el antillano Jorge Martínez viene de una zafra discreta en México y Jairo Pérez ahora juega para el Zulia.

La nómina de Moreno tiene al inicio menos piezas ya establecidas que 12 meses atrás. Corresponde a los jóvenes, como el lanzador Luis Lugo o el jardinero Víctor Acosta dar un paso al frente y llenar los vacíos.

Algunos importados ayudarán a eso. Fue poco lo que dieron antes los bates extranjeros y Henry Urrutia debería aportar con creces junto a su compatriota Ravelo, por ejemplo. El bullpen, que tiene brazos potentes e inexpertos, como Erbert González, pero también criollos probados de diversas edades, desde César Jiménez a Osmer Morales, estará reforzado con multitud de forasteros. La rotación es casi totalmente nacional y tiene rifles de repuesto.

Hay profundidad para ser optimistas. Brazos que pueden pasar del relevo a las aperturas, sluggers comprobados como Jesús Montero y Héctor Giménez, aunque éste con la deuda de haber sufrido un año en baja. Además, casi todos los bigleaguers prometen presentarse y llegarán refuerzos, incluyendo al pitcher Yoanner Negrín, muy útil para estas lides.

¿Alcanza esto para cobrar la cuenta que quedó de enero?

Esta escuadra será potente cuando tenga todas sus piezas juntas. Será vital lo que ocurra mientras eso sucede, para que los Cardenales lleguen a enero con el impulso que les permita, ahora sí, confiar en sus propias capacidades y salir al terreno con el fuego que se necesita para ser campeones.

@IgnacioSerrano

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