José Alvarado es el relevista con mejores números en el bullpen de los Rays, su recta toca las 100 millas por hora y tiene un movimiento tan inusual, que ha generado memes y gifs por su violento rompiente al llegar al home. Era, por todo eso y más, el principal candidato a ocupar el rol de cerrador en Tampa Bay. Y luego de comenzar como tal, ha cedido terreno en ese rol, debido al enfoque novedoso que su manager Kevin Cash tiene para abordar el último inning de cada día.

Cash es un ferviente seguidor del nuevo análisis en el beisbol. Emplea estadísticas y razonamientos sabermétricos que le llevaron, entre otras cosas, a inventar la figura del opener, que le ha permitido jugar desde 2018 con apenas tres abridores estables en la rotación.

La suya es una franquicia casada con esos conceptos desde hace más de una década, desde el nombramiento de Joe Maddon como piloto. Con bajo presupuesto, solamente quedaba hallar caminos más baratos, que resultaran revolucionarios, como el ajuste defensivo que Maddon y su sucesor han llevado al extremo en esta novena.

Así ganó 90 juegos el año pasado, a pesar de estar en proceso de reconstrucción y entregar en diversos cambios a varias de sus principales figuras antes del Día Inaugural. Así picó adelante en 2019, con el mejor récord en la Liga Americana al escribir estas líneas. Es difícil cuestionar los métodos de alguien que hace tanto con tan pocos recursos aparentes.

Como ha sucedido en Oakland o Pittsburgh, también mercados pequeños, los floridanos han sacado punta a su capacidad para improvisar a partir de sugerencias estadísticas, jugar con las probabilidades y conseguir mayor partido de sus peloteros. Y como ha sucedido en estas dos décadas, las demás organizaciones han copiado las propuestas de los pequeños, para aplicarlas en mercados grandes. Así llegaron las cuatro coronas de los Medias Rojas y el fin de la larga sequía de los Cachorros, por ejemplo. El nuevo análisis es lo común actualemente.

Alvarado es uno de los más recientes protagonistas en esa constante evolución de los diamantes. De hecho, es piedra angular en un laboratorio de pruebas que finalmente ha conseguido demostrar una vieja teoría: que el mejor relevista no debe ser reservado para el último acto. Muchos encuentros se pierden en el sexto o séptimo tramo, cuando ocurre la rebelión clave de los rivales. Hay que dirigir pensando en eso, porque, dicen los teóricos de esa idea, se corre el riesgo de haber dejado en el bullpen a tu mejor hombre, el que ha podido resolver la crisis y salvar, sí, salvar el triunfo antes del noveno.

Boston lo intentó al empezar su andadura sabermétrica, hace tres lustros, pero no funcionó. Maddon, Terry Francona, A.J. Hinch y Alex Cora lo han hecho cotidiano en las últimas postemporadas. Pero Cash es el primero que puede aplicar exitosamente este plan desde el Día Inaugural, ya que tiene uno de los cuerpos de bomberos más sobresalientes del beisbol.

Por eso el derecho dominicano Diego Castillo tiene cuatro rescates, la misma cantidad que el zurdo venezolano. Y el estadounidense de ascendencia boricua Emilio Pagán tiene tres. Y cuando ha hecho falta, Jalen Beeks y Hunter Wood también han ido en pos de un salvamento.

Cash hizo una prueba de esto en la campaña anterior, sin quitarle el título de cerrojo al mexicano Sergio Romo. Y porque le funcionó, y porque tenía los brazos ya, avisó en los entrenamientos primaverales que Alvarado sería usado con prioridad en la novena entrada, pero también antes, si venían a batear zurdos de peligro en la séptima o la octava, con pizarras estrechas.

El zuliano tiene 1.38 de efectividad, ha repartido 19 ponches en 13 pasajes, no ha permitido jonrones y su efectividad ajustada indica que es casi 220% mejor lanzador que los serpentineros de la MLB en los estadios donde le ha tocado trabajar.

Esas son, no hay duda, las características de un cerrador ideal. Pero el beisbol también evoluciona. Como la vida. Como todo.


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