Luego de pasar más de cuatro meses en total incertidumbre, Carlos González tiene equipo en 2018. Y porque se trata de uno de los grandeligas venezolanos más notables de la última década, hay que hablar de sus metas para esta temporada.

Algunas son cifras redondas. Por ejemplo, los 250 jonrones. Es una cantidad emblemática para los criollos, pues fue la bandera que clavó Antonio Armas antes de retirarse. Después del legendario oriental aparecieron Andrés Galarraga, Magglio Ordóñez, Bob Abreu y Miguel Cabrera. Pero es una cantidad significativa para la legión nativa, especialmente cuando se tienen 32 años de edad.

CarGo ha dado 215 vuelacercas. Necesita 35 para el cuarto de millar y 36 para igualar a Armas. No es una cantidad tan exigente, pero sirve también para recordar otra meta del marabino, que no traspasa las tres decenas en un campeonato desde que botó 40 pelotas en 2015.

Conseguir 33 tubeyes es algo más fácil para él, si cabe, pues rebasó la cantidad en las últimas dos zafras. Si lo hace esta vez, será el undécimo compatriota con 300 dobletes, con un añadido que entusiasma: únicamente tres de sus 10 antecesores cruzaron por las tres centenas a los 32 años de nacido, y eso incluye a Abreu y Miguel Cabrera, los líderes de todos los tiempos entre venezolanos, amén de Asdrúbal Cabrera.

Batear sobre .300 debería ser otro objetivo, porque lo hizo en tres ocasiones, incluyendo el título de bateo de 2010, con .336 de average. No sube al potro desde 2013, aunque quedó a sólo dos décimas en 2015.

Conseguir un tercer Guante de Oro, un tercer Bate de Plata, un cuarto Juego de Estrellas también. A menudo olvidamos que es uno de los toleteros más productivos de su tiempo.

De hecho, escribirá algunos capítulos en la historia de los Rockies si llega a 300 biangulares o alcanza los 250 cuadrangulares. Apenas Todd Helton ha logrado ambas cantidades, y Larry Walker es el único otro con esa suma de bambinazos usando el uniforme de Colorado.

Así que González ya es uno de los sluggers más conspicuos de su franquicia, a punto de empezar su décima campaña con esa organización. ¿Ya lo sabían?

Pero hay otros objetivos que lucen necesarios. Lo más obvio, tener una cosecha prolífica de principio a fin. En 2017 empezó muy lento, debido a un error en la mecánica del swing, que descubrió en agosto. Gracias al hallazgo, remató a tope y cerró con promedios de .314/.390/.531 en la segunda mitad, con .931 de OPS.

Otras dos obviedades son más complicadas. No es fácil salir de Denver, porque descubres que los picheos rompen más y son menos “planos”. Toma un par de días adaptarse, lo que explica el contraste entre su average de .323, con OPS de .923, en casa y ese de .203, con .606, que dejó en la carretera.

Es menester cerrar esas brechas, pensando en sus numeritos globales y en lo que puede pasar en menos de un año, si vuelve a ser agente libre.

Lo mismo aplica para la diferencia, menos artificiosa, entre lo que aporta contra pitchers derechos y zurdos. Acaba de ligar para .283 de average ante los diestros, con .836 de OPS, el año pasado. En cambio, los lanzadores de su mano lo sometieron a .206 únicamente, con .561en la suma de slugging y OBP.

Quebrar esas tendencias le ayudará a no pasar tantos apuros si necesita buscar equipo otra vez.

@IgnacioSerrano

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