José Castillo jugó en las Grandes Ligas por última vez en 2008. Fue el segunda base titular de los Piratas durante cuatro temporadas y creció en la LVBP como un bateador puro, uno de esos toleteros que no tienen posición en el campo, pero que no pueden faltar en el lineup.

Ha transcurrido una década y el guariqueño tiene ya 37 años de edad, cerca del retiro, mientras alarga su carrera en la Liga Bolivariana.

Ese pelotero, que casi tiene un pie fuera del beisbol, sigue siendo tan bien considerado en nuestra pelota que Aragua recibió por él a dos jugadores, uno a las puertas de las Grandes Ligas y otro con pasado intrigante como lanzador.

El cambio que acaban de cerrar los Tigres y los Cardenales tiene varios puntos de vista, y uno es el respeto que la liga profesa al nativo de Las Mercedes. Castillo rindió en la temporada pasada con los Tiburones, y sus 988 hits, y sus 88 cuadrangulares, son parte de una cosecha merecida y vigente.

Ahora pertenece a Lara. Fue cedido por el camarero Erick Salcedo y el lanzador Jesús Parra. Es un botín interesante para los felinos, que parecían haber cedido demasiado en anteriores canjes y recuperan en éste algunas piezas que pueden ayudar desde temprano.

A Castillo aún le queda pólvora. Aunque se apagó al llegar a Maracay, fue una fuerza ofensiva mientras perteneció a La Guairay varias veces ha sido decisivo en sus equipos.

Salcedo es un camarero con potencial en el plato, que cautivó a los Orioles en el Spring Training. No ha bateado mucho en Doble A, pero cumplió con los crepusculares a comienzos de la última zafra.

Los pájaros rojos lo entregan porque tienen jugadores que ya lo desplazaron en la 2017-2018, como Jecksson Flores y Deiner López, además de tener a Ildemaro Vargas, Juniel Querecuto, Carlos Rivero y varios jóvenes que vienen pidiendo espacio.

Lara pierde poco, porque ni Salcedo ni Parra eran fundamentales. El lanzador, incluso, no tiene equipo en el beisbol organizado y se acerca a los 30 años de edad, aunque fue lo útil cuando subió al montículo.

Los occidentales ceden a la pareja debido a su abundancia. Y la razón parece obvia: es un equipo que ha estado en las últimas dos finales, el mejor club de la LVBP en la suma de las pasadas dos campañas, incapaz de alzar la corona.

Castillo ofrece experiencia, un bate que pudiera producir por uno o dos años más, aunque no sea seguro, y la garantía de estar desde el primer día. Falta ver su rol, porque Jesús Montero es el designado natural allí y el recién llegado Wilson García debería ocupar la inicial. Puede que pase por segunda y tercera, aunque su guante no es sobresaliente. O quizás vaya al left, pese a que la importación cardenalera traerá del extranjero a varios patrulleros.

Parra no era una pieza crucial en el bullpen del Cardenales y de hecho no estuvo con el equipo esta vez. Pero ayudará a compensar en Maracay la salida de Wilfredo Ledezma, Víctor Gárate y Alejandro Chacín.

La presencia del Pollito Rodríguez permite a los centrales salir de Castillo. ¿Bastará con él? La falta de ofensiva fue un problema grave en la última justa y ahora tampoco estará Renato Núñez. Pero los cambios son un ajedrez. Si Anthony Santander se reporta a los rayados, traerá consigo sus extrabases. Ya veremos.

@IgnacioSerrano

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