Mary Shelley tenía 18 años cuando escribió Frankestein,  antes había huido con el poeta Percy Shelley, quien estaba casado y ya contaba con una hija. Como su padre fue el escritor William Godwin y su madre la autora Mary Wollstonecraft creció en un ambiente donde la literatura, los libros y las ideas poco ortodoxas  eran una constante.

Su tumultuosa y singular vida se relata en Mary Shelley dirigida por Haifaa Al-Mansour. En la cinta Elle Fanning es Mary,  una adolescente llena de entusiasmo al comenzar una historia de amor por la que cambiará su modo de vivir y de ver el mundo.

A veces el tema de una película es tan importante para su desarrollo que la forma en que está filmada pasa a segundo plano. Las historias importan en el cine, en todas las producciones, pero en las biografías pesan mucho más, precisamente porque retratan la existencia de un personaje al que la mayoría de las veces –así sea someramente-  ya conocemos.

Mary Shelley comienza como una película convencional y parece aburrida, de hecho,  en los primeros treinta minutos provoca dejar de verla, sin embargo, todo cambia para bien. Esta es una de esas cintas que, sorpresivamente, no terminan siendo lo que parecen.

Afortunadamente el cariz cursi de las primeras escenas muere antes de ganar fuerza, la película es una reflexión muy bien estructurada sobre los cambios que experimentan los personajes debido a las circunstancias en las que se involucran. Cambiar es lo que le sucede a Mary al enamorarse de Percy, quien a su vez se transforma durante varias oportunidades modificando así el mundo de quienes  rodea. Todos esos cambios permiten el nacimiento de la autora que llegaría a ser.

Cuando nos topamos con una biopic deseamos o corroborar lo que ya sabemos o  descubrir nuevas facetas del personaje que se retrata.  La película aporta nuevos datos sobre la célebre escritora.

Se concentra en los primeros años de la novelista y el modo en que llegó a escribir su obra más importante: Frankestein. Las motivaciones que tuvo para realizar esta novela, el ambiente en que desarrolló su vocación e incluso los impedimentos que debido a su género tuvo que superar hasta la publicación de su libro se cuentan en la cinta.

El alma de un escritor es el terreno donde nacen todas sus historias, los tropiezos y reveses de la vida son, la mayoría de las veces, la motivación para escribir y generar de ese modo obras que son un reflejo de sus sentimientos y percepciones.

La película detalla el mundo emocional de Mary, sus emociones, su punto de vista y necesidades en el plano afectivo. El perfil que crea sobre la autora del clásico Frankestein es en primer lugar emocional. El desarrollo de este aspecto tiene como resultado una cinta emotiva y emocionante.

Según el filme, Mary Shelley fue un espíritu libre, que como Teresa de la Parra o Virginia Woolf siguió sus instintos sin ponerse limitaciones relacionadas con su género. Lo que demuestra, una vez más, que para ser uno mismo no hace falta formar parte de algún sindicato o colectivo feminista, político o de cualquier otra índole, como en nuestros tiempos nos quieren hacer creer.   


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!