En la serie de televisión sobre la vida del cantante mexicano Juan Gabriel, estrenada en el año 2016,  se revela la verdad detrás de una de sus composiciones más populares. Su madre, el icono del “amor eterno e inolvidable” no fue el dechado de virtudes sobre el que cantaba en sus canciones. De hecho, el intérprete mexicano  fue internado en un hospicio a los 5 años, creció solo y sin ayuda de sus familiares.

No obstante, él recreó en aquel tema una imagen utópica que le otorgó fama y fortuna.

A veces las historias más bellas (canciones, películas, libros) recreadas por el arte  están ligadas a circunstancias decadentes o tristes. Casi en un 100% el arte eleva las circunstancias reales vistiéndolas de una magia que en la realidad no poseen.  

A.A. Milne, escritor inglés, creador del oso Winnie The Pooh y especialista en hacer felices a los niños de todo el mundo, no fue capaz de hacer feliz a su propio hijo.

La belleza que recreó en su mundo de ilusión, donde el famoso oso convive con Christopher Robin, personaje inspirado en su hijo, no tiene nada que ver con el destino que le brindo a su vástago.

Goodbye Christopher Robin narra la historia real detrás de la inocencia de un clásico para niños que aunque en sus orígenes fue escrito con las mejores intenciones, finalmente no significó para el autor y su familia lo que si para el resto del mundo: una fuente de alegría.

La película dirigida por Simon Curtis cuenta bajo una estructura convencional, el momento exacto en que surgió el personaje del oso que ha conmovido a generaciones. Aunque también  expone en contraposición, el destino solitario no solamente del hijo de A.A. Milne, también del resto de la familia, incluido el escritor.

Nadie podría imaginarse que un cuento tan inocente y feliz pueda tener su origen en una circunstancia tan carente de alegría. La cinta retrata la vida y el proceso de escritura del escritor inglés haciéndonos participe de una historia dura, para nada tierna.

Precisamente por fuerte, por realista, tal vez la película altera los sentidos y nos permite reflexionar durante sus casi dos horas de duración, pues  está llena de esa nostalgia que acompaña a todo aquel que transita los terrenos de la infancia, donde casi todos tenemos una asignatura pendiente, un vacío que resolver.

La cinta es ágil, pero si funciona es porque esperas su desenlace, donde en efecto, podrás apreciar el sentido completo de todo lo que se te ha contado. En este filme es muy cierto aquello que escribió el autor chileno Alberto Fuguet en sus Apuntes Autistas: “Un buen final puede ser mejor que un buen comienzo. Una película puede resistir un comienzo dubitativo, errático, pero se hunde si no tiene un final que no te cierra”.

Goodbye Christopher Robin gracias a su final y a las emociones que despierta es una pequeña obra de arte que no puedes dejar de ver este año en lo que tengas la oportunidad.

Luisa Ugueto L

@luisauguetol


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