El documental de Marina Zenovich sobre la carrera y vida de Robin Williams deja claro dos cosas: la primera, juzgamos superficialmente la vida de los famosos y la segunda, a veces hay que obviar el final de las historias.

Una vida no debería quedar manchada por su último momento. La existencia de un hombre es mucho más que su modo de morir. Sin embargo, el suicidio de Robin Williams hizo mucho ruido. A todos los admiradores de su carrera nos sorprendió, hirió e incluso enfadó.  Parecía un poco incomprensible que un hombre con una vida que se suponía perfecta terminara de ese modo.

En ese momento quedaron mil preguntas en el aire. El audiovisual estrenado en el canal internacional HBO el pasado mes de julio, Robin Williams: Come inside My Mind se encarga de darnos algunas respuestas.  

El documental nos regala en la propia voz de su protagonista un resumen muy efectivo de lo que fue su carrera, su vida y su forma de ver el mundo. Además cuenta con el testimonio de personas muy cercanas a él.

Actores, colegas, amigos, familiares, su hijo y una de sus ex esposas rememoran parcelas de la vida en común que dibujan su identidad. Estos testimonios y el sinfín de reflexiones que escuchamos de su propia voz funcionan generando un conjunto armonioso que descubre las zonas negativas y positivas de su personalidad.

El documental entretiene tanto como cualquiera de sus películas más célebres,  porque nos pone en contacto con su talento en estado puro. Su nacimiento, infancia y juventud son expuestos en imágenes inéditas y videos. Profundiza en sus inicios  y las perspectivas que tenía sobre su oficio.  La mayoría de la gente, sobre todo los más jóvenes, conocen al actor por sus roles en cintas taquilleras. No obstante, su carrera fue mucho más que eso.

El audiovisual nos hace participes de su formación como actor y sus actividades como comediante, presentaciones incluidas.  Esto es fascinante, pues muestra a un Robin Williams meticuloso y amante de su oficio. Creativo, con ganas siempre de mejorar.

Come inside My Mind recoge el lado humano de un hombre público, pero sobre todo, muestra su talento en escena.

También retrata su vida personal. Sus carencias y vicios, sus años de lucha contra el alcoholismo y las drogas. Los efectos de la depresión en su vida interior y estado de ánimo.

Muchas veces juzgamos a los famosos de forma superficial, llegamos a creer que sus vidas son perfectas. Pero no, ni el dinero, ni el talento, ni la fama son pasajes a una existencia sin problemas. Toda vida humana es compleja, todos tenemos falencias y pasamos por situaciones que nos arrebatan la alegría.

No obstante, una vida es su conjunto, más allá de su desenlace. La existencia se conforma de  las pequeñas historias cotidianas, incluso secretas, esas de las que nadie es testigo,  las manías, hobbies, amores e intereses. Todas las razones por las que vivimos.

Como se dicen en  La sociedad de los poetas muertos, cinta que protagonizó  Williams en 1989,  a final de cuentas, lo mejor que podemos hacer es aprovechar el día. Hacer algo valioso con nuestra existencia. Sin duda, Williams lo hizo y por eso este audiovisual lo celebra.

  


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