“Hay una erudición del conocimiento que es lo que propiamente se llama erudición, y hay una erudición del entendimiento, que eso es lo que se llama cultura. Pero hay también una erudición de la sensibilidad”. A la luz de esta cita de Pessoa, hace unos años, me hacía la siguiente pregunta: si la filosofía en tanto amor a la sabiduría, al saber, al conocimiento, puede alcanzar una erudición de la sensibilidad y, si esto es así, en qué consistiría y cómo habría de ser practicada. Así comenzábamos nuestro análisis sobre el quehacer que nos atañe como labor y sentido de vida, a saber, la práctica filosófica y su transmisión en el sagrado arte de educar, presencial y virtual, a través de la palabra y en los textos.

Hoy continuamos ese camino a la luz de nuestro artículo anterior. La filosofía en tanto filosofías es amor a la sabiduría, es decir, al conocimiento y a sus diversos modos de aproximarse al mundo con la finalidad de abordar las preguntas fundamentales de la existencia humana. Precisando aún más y poniéndonos en relación con la cita de Pessoa, nuestra aproximación al quehacer filosófico va más allá de las exégesis de los textos que construyen propiamente erudición.

De la exégesis al compromiso existencial

A la exégesis de los textos filosóficos la considero necesaria, más no suficiente puesto que nuestra pretensión es construir nuestro ser persona en sociedad desde un elevado compromiso espiritual que se logra sólo gracias a la erudición de la sensibilidad. Así que se requiere de la erudición del entendimiento para favorecer la convivencia humana, la cultura, pero para hacer de nuestras relaciones interpersonales la mejor versión de nosotros mismos, se requiere de la erudición de la sensibilidad que se logra trascendiendo la exégesis puntual hasta arribar a un compromiso existencial. Veamos, pues, el recorrido que sostiene nuestras precedentes afirmaciones.

La reflexión vital del amor a la sabiduría

Consideramos que el amor a la sabiduría es amor en tanto que hace germinar en nosotros una reflexión vital que nos transforma con el fin de hacer más fructíferas, sólidas y bondadosas las relaciones humanas. Reflexión vital porque nos da vida, nos dona vida, nos vivifica. Se trata de trabajar los textos y trabajarnos junto con ellos con la finalidad de alcanzar plenitud  y salud en la vida, con nosotros mismos y en nuestras relaciones. Significa que cada palabra leída se haga eco dentro de nosotros, que los autores y sus líneas nos permitan cuestionarnos para aclararnos, de modo tal que, de la comprensión de nuestra existencia surja la transformación de nuestro ser, nuestra elevación espiritual en la medida en la cual nos comprometemos cada vez más con nosotros mismos, con nuestro prójimo, con los otros, con nuestra sociedad.

¿En qué consiste elevarnos espiritualmente?

Ahora bien, más precisamente, ¿qué estoy entendiendo por elevación espiritual? Que de ese amor a la sabiduría, al conocimiento, que vivimos a través de la lectura de los textos filosóficos brote la erudición de la sensibilidad, la generosidad, el dar, el amarnos, en la medida en la cual, gracias a la reflexión puesta sobre nosotros mismos inspirados en las páginas leídas, ejerzamos nuestra libertad en el cultivo, servicio y engrandecimiento de nuestro ser persona en relación.

Considero que nos elevamos espiritualmente cuando abordamos nuestras carencias con la reflexión que las siente y las padece y que, por ello, buscamos, irremediablemente y sin postergación, modificarlas hasta erradicarlas. Esto es así porque cuando amamos siempre buscamos transformar el dolor, la enfermedad y la carencia en salud y abundancia, afirmando la vida, la dicha de la vida, la gracia de estar vivos. La erudición de la sensibilidad significa esforzarnos con gratitud en ser cada vez la mejor versión de nosotros mismos para, así, donarnos a la sociedad que nos alberga, a los otros con los que nos relacionamos, a nosotros mismos con quien habitamos.

Leyendo textos de filosofía

De modo tal que, personalmente, cuando leo textos de filosofía apuesto siempre a una relación vital, bidireccional con los mismos.Sus líneas las siento como un acto de generosidad de aquél que las pensó y las escribió, donándonos a todos nosotros sus convicciones y su búsqueda existencial, vital, inclusive reconociendo que también nos está donando sus dolores, sus preocupaciones. Porque cuando nos relacionamos vitalmente con el “otro textual”, nos relacionamos también con sus dolores, con nuestros dolores y con los dolores del mundo. Es por ello que las páginas que leemos merecen todo nuestro respeto, apego, nos exigen ponernos en el lugar de aquél que las concibió para tratar de comprenderlas con cercanía, con la mayor honestidad posible, reconociendo sus inquietudes y viendo en la donación de sus argumentos, la posibilidad de enriquecer nuestro mundo, nuestra persona, nuestras relaciones interpersonales.

Siguiendo con la cita inicial de Pessoa, llegados a este punto, el amor a la sabiduría permite la erudición de la sensibilidad porque nos abre los caminos para interpelarnos con proximidad, buscando la dicha de la “gran salud” que comprende la vida, que la acepta curando las heridas y, a la vez, que nos prepara y nos instruye para que alcancemos a estar más cerca de nosotros mismos y del otro textual porque nos contenemos y no le huimos a las preguntas fundamentales de la existencia humana, más bien, las envolvemos en un diálogo interpares, cara a cara, mejilla con mejilla en un solo movimiento rítmico espiritual.

Encuentro interdisciplinario

Filosofía es amor a la sabiduría porque saboreamos los textos, los vivimos y del sabor que nos da vida, buscamos condimentar la Humanidad, humanizándonos junto con todas las disciplinas, saberes u oficios empeñados en tan hermosa labor.  La relación establecida en la erudición de la sensibilidad es de acompañamiento porque la búsqueda es bidireccional y el camino que construimos, de una orilla a otra, lo es también, a saber, nuestro propio camino y el de la Humanidad entera.

Aquí la filosofía abraza y es abrazada por todas las disciplinas humanas y sociales que se hacen cuerpo en todos los otros textuales y en todos aquellos, hombres y mujeres, que trabajan para disminuir el dolor social existente y, de este modo, celebrar la vida y seguir apostando por ella. De esta forma, la erudición de la sensibilidad no es patrimonio de la filosofía o filosofías, sino, más bien, es un diálogo intertextual e interdisciplinarioentre todos los saberes que buscan alcanzar con su aporte reflexivo y su trabajo sobre sí,  la humanización del mundo desde un elevado compromiso espiritual.

La experiencia existencial en el saber filosófico

Finalmente, desde el saber que nos atañe, la filosofía como erudición de la sensibilidad no es mera instrucción ni grados, es una experiencia existencial que consiste en elevarnos espiritualmente a través de la lectura de los textos filosóficos, que transita por la construcción de nuestro ser y por el empeño en no abandonarnos ni contentarnos con menos, por muy difícil que sea la tarea y por muchas situaciones adversas que encontremos en el camino.

De lo que se trata -en esta experiencia existencial del amor a la sabiduría que he conversado hoy con ustedes y que practico en el aula de clases con mis estudiantes- es de alcanzar, con firmeza y arrojo,  la delicada y sublime erudición humana que se muestra en nuestros actos, miradas e intenciones, a saber, la erudición de la sensibilidad que consiste en llegar a ser siempre mejores personas.

Estrechez de Corazón

Evitemos la estrechez de corazón. Los dejo con Los Prisioneros, grupo de rock/pop chileno que me acompañó en mi temprana juventud. Excelente tema que reflexiona nuestras limitaciones cuando no nos ponemos en el lugar del otro y manifestamos “Estrechez de Corazón”.

Este artículo fue publicado originalmente en EntreParéntesis 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!