En los últimos meses, la administración de Donald Trump ha decidido aumentar la presión diplomática y económica sobre Irán. El mundo y la geopolítica dan muchas vueltas: las nuevas generaciones ya no recuerdan que, hace algunas décadas, Irán fue uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos. Desde el golpe de Estado de 1953 y hasta la revolución de Irán en el año 1979, Teherán y Washington mantuvieron una estrecha cooperación que iba desde lo estratégico hasta lo económico. De manera formal, la luna de miel entre ambos países terminó cuando se redujeron las relaciones diplomáticas en el año 1980. El acercamiento entre Irán y Estados Unidos ha estado lleno de altibajos.

En el caso de Irán, los intereses de la Unión Europa y los Estados Unidos chocan. Al límite de desafiar la política exterior de Estados Unidos, los países europeos establecieron canales de diálogo con China, Rusia y otras potencias emergentes, esperando buscar alternativas para mantener el intercambio económico y comercial con Irán. Una de las medidas tomadas por la Unión Europea fue la creación de un sistema especial de pagos, el cual permitirá que las empresas europeas sigan negociando con Irán. China y Rusia le brindaron asistencia a Europa.

Estados Unidos, sin embargo, no está dispuesto a permitir que las sanciones sean evadidas. «Al suministrarle ingresos al régimen, Europa estaría ayudando a mantener la clasificación de Irán como el principal estado patrocinador del terrorismo», declaró Mike Pompeo a finales de septiembre. Siguiendo esta línea, John Bolton dijo que: «No pretendemos permitir que nuestras sanciones sean evadidas por Europa o cualquier otra entidad». El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emitió las siguientes declaraciones: «No importa lo que piensen los líderes mundiales sobre Irán (…) Irán volverá a mí y haremos buenos tratos. Ofertas, uno nunca se sabe». La administración de Trump ha sido muy clara con respecto a su posición. En particular, Bolton ha advertido que las consecuencias para Europa serán terribles.

Estados Unidos tiene alternativas para ajustar el alcance de las sanciones e incluso, atacar el sistema que ha preparado la Unión Europea. Las empresas europeas entienden muy bien que hacer negocios con Teherán (Irán) podría tener importantes impactos legales y financieros. La mayoría de los empresarios prefiere no arriesgar su reputación. Antes de buscarse problemas con las instituciones estadounidenses, los empresarios evitarían comercializar con Irán. La capacidad que tienen estas empresas de obtener créditos en la banca estadounidense podría verse afectada. Por todo esto, se comenta que Europa ha intentado negociar a puerta cerrada con la Casa Blanca, esperando que por lo menos alivien la presión en áreas estratégicas para sus economías.

Aunque existan mecanismos para negociar con países sancionados, muchas empresas grandes se abstienen de usarlos por las posibles consecuencias negativas. La petrolera francesa Total, la Deutsche Bahn y la Deutsche Telekom, entre otras, ya finalizaron sus operaciones en Irán. Hasta el momento, ninguna empresa grande ha manifestado su interés de volver a entrar en el mercado iraní. Aunque la Unión Europea ha creado un mecanismo de pagos para comercializar con Irán, se duda de la efectividad que este instrumento pueda tener a mediano y largo plazo.

Lo más probable es que la efectividad sea, en el mejor de los casos, limitada. Para las empresas europeas, el mercado de Irán representa unos 400 mil millones de dólares. Mientras tanto, el mercado de Estados Unidos representa unos 18 billones de dólares. Por esta razón, muchas empresas grandes lo piensan dos veces antes de usar el mecanismo SPV de la Unión Europea. Si Europa quiere ayudar a Irán, seguramente tendrá que buscar otros instrumentos, más allá del recién creado mecanismo especial de pagos, lanzado el 4 de noviembre. Ya la banca de Irán está siendo suspendida del sistema SWIFT, el principal mecanismo de pagos a nivel internacional.

Entre los objetivos de las sanciones económicas en contra de Irán, llama la atención el caso de EIKO, considerada la “caja chica” del jefe de Estado iraní. Mark Dubowitz (Foundation For Defense Of Democracies) y Brian Hook (Departamento de Estado), han sido dos de los principales lobbyistas en contra de las posibles actividades terroristas de la República Islámica de Irán. Ambos señalan que el país persa es una de las mayores amenazas para los Estados Unidos y que el gobierno ha malgastado la riqueza generada a raíz del tratado nuclear JCPOA (2015).

El jefe de Estado iraní, Ali Khamenei, ha sido acusado de disponer de un fondo de cobertura de aproximadamente 95 mil millones de dólares, aún cuando todavía no está muy claro ese asunto. Aunque Dubowitz y Hook señalan que este fondo es usado para financiar el terrorismo y grupos armados como la Guardia de la Revolución Islámica, existen reportes que señalan que ese fondo es en realidad una organización que le brinda asistencia a los enfermos en Irán. Esta discusión, todavía no ha aclarada, ha dividido a muchos en Occidente. En el seno de las academias estadounidenses se discute la veracidad de las acusaciones en contra de Irán; no es algo exclusivo de los líderes de la Unión Europea, quienes después de todo solamente están velando por los intereses económicos que tienen sus respectivos países en Irán. Desde Robert Santina hasta Philip Giraldi, el caso Irán sigue dando de qué hablar.

Philip Giraldi, especialista en anti-terrorismo y ex-oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, mejor conocida como la CIA, ha escrito sobre este tema. Giraldi ha dicho lo siguiente: “La verdad es que EIKO participa en proyectos sociales, como el alivio de la pobreza rural, el empoderamiento de las mujeres, la construcción de hogares y escuelas y la provisión de atención médica. Las sanciones estadounidenses en su contra y entidades similares afectan la vida de los iraníes al producir inseguridad alimentaria y al mismo tiempo restringir el suministro de medicamentos necesarios”. Entonces: ¿Quién tiene la razón? ¿Qué dicen las investigaciones? ¿Hasta qué punto es una fundación benéfica?

La política exterior de la administración de Donald Trump en el caso de Arabia Saudita también ha generado fuertes críticas. En el año 2015, antes de haber sido electo presidente de los Estados Unidos, Trump dijo que Arabia Saudita era el mayor patrocinador del terrorismo a nivel mundial. “Arabia Saudita canaliza nuestros petrodólares, nuestro propio dinero, para financiar a los terroristas que buscan destruir a nuestra gente”, dijo Trump. ¿Por qué, entonces, no ha hecho nada? Los analistas internacionales critican que Estados Unidos todavía se abstenga de tomar acciones en contra de Arabia Saudita, a pesar de las incendiarias declaraciones de Donald Trump hace unos 3 años. Por supuesto, hay que tomar en cuenta que Arabia Saudita es un aliado estratégico, aún cuando su historial en materia de terrorismo y derechos humanos deja muchísimo que desear.

Más allá de la veracidad de las acusaciones en contra de Irán, también es cierto que Europa también cuestiona que las sanciones sean efectivas. Robert. A. Pape, en un paper académico que fue publicado en el año 1997, señala que las sanciones apenas funcionan en el 5% de los casos. Si bien las sanciones son eficientes como mecanismo de presión, por sí solas no funcionan. Es necesario emplear, de forma paralela, varias estrategias, incluyendo la fuerza. La Unión Europea, tomando esto en consideración, sugiere que las sanciones podrían ser un suplicio en vano para la ciudadanía iraní.

John S. Van Oudenaren, en un artículo para The National Interest, sugiere que la política exterior de Estados Unidos en el caso Irán podría terminar ayudando a China. La multipolaridad, uno de los principales objetivos de China con el fin de debilitar el estatus de Estados Unidos como la única superpotencia mundial, podría verse beneficiada por las sanciones en contra de Irán. El solo hecho de que China haya trabajado con las potencias europeas con el fin de buscar alternativas a la hegemonía del dólar, es evidencia de que el unilateralismo no siempre es una buena idea. Ahora más que antes, Europa está trabajando con China. En el caso de Irán, Estados Unidos ha logrado incomodar a algunos de sus grandes aliados tradicionales: Reino Unido, Francia y Alemania.

En definitiva, después de tomar todo esto en consideración, la administración de Trump podría estar considerando balancear su política exterior hacia Irán. No son pocos los expertos en seguridad nacional  que han sugerido que la hegemonía del dólar USD como moneda de referencia mundial y la fidelidad de los aliados tradicionales, fundamentales para la Casa Blanca, podrían estar en peligro. En este momento, los asesores estadounidenses analizan los costos, riesgos y beneficios de las medidas adoptadas en contra de Irán: ¿Qué tanto vale Irán, una potencia media, como para hacer de ella una pieza central en la política exterior de Estados Unidos? ¿Realmente vale la pena incomodar a los aliados tradicionales de Estados Unidos? ¿Estados Unidos debe arriesgar el estatus privilegiado del dólar estadounidense en el sistema financiero internacional? ¿Qué tan importante es Irán?


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