¿Cuál fue la principal razón por la que el Magallanes comenzó su deriva a mediados de diciembre?

Una grave falta de pitcheo abridor afectó a los turcos. Los Navegantes contaron con un sólido lineup y el manager Omar Malavé manejó con habilidad el cuerpo de relevistas, pero sufrió por la carencia de una rotación estable en la ronda eliminatoria, lo que resultó crucial en la postemporada.

Malavé contó con brazos extranjeros para el trabajo de largo metraje, mayormente agentes libres y material de ligas independientes. A priori, no es algo grave; los Cardenales basaron su dominio entre octubre y la semifinal sobre el aporte de Jorge Martínez, Raúl Rivero, Néstor Molina, Yoanner Negrín y Williams Pérez, que en 2017 actuaron en México o Italia, salvo por Pérez, que estuvo en las Menores.

La inestabilidad de los bucaneros nació, sin embargo, en la ausencia de iniciadores venezolanos. Tres de los bastiones larenses lo fueron. También lo fue el sexto integrante del grupo.

La primera tarea de los filibusteros en el receso entre campeonatos parece parcialmente resuelta con la adquisición de Yohán Pino, el confiable ex grandeliga de los Tigres, un veterano con 34 años de nacido, llegado de Aragua con los noveles jardineros Wuilmer Becerra y Jesús Alastre.

Pino todavía tiene el toque para dominar en esta pelota. Usado como relevista por el piloto Buddy Bailey, acaba de dejar 2.90 de efectividad, con apenas 2 jonrones y 6 bases por bolas en 31.0 innings. No es un ponchador y ya dejó atrás sus mejores tiempos, pero puede cumplir casi cualquier rol en el staff y no tiene restricciones.

El nativo de Turmero debería ser la piedra angular en la rotación cabrialense en la justa por venir y la siguiente. Por su edad, no es posible calcular mucho más allá de eso. Pero se entiende que la mayoría de los iniciadores de la divisa últimamente han sido pasto de importantes limitaciones: Dedgar Jiménez, Antonio Senzatela o Jesús Tinoco, por nombrar tres.

Becerra y Alastre también son la respuesta a otra de las carencias magallaneras: la falta de profundidad en las praderas exteriores, lo que llevó a la novena a activar a Miguel Aparicio en la recta final. La banca de Malavé estaba despoblada cuando más falta era necesaria la ayuda. Si el primero recupera su prometedora carrera, descarrilada por las lesiones, y el segundo se desarrolla como un potencial 1-2 de la alineación, el doble objetivo estará cumplido. Pero son dos condicionales, ciertamente.

El precio por los tres no es pequeño. Anthony Santander es un outfielder casi hecho y muy apreciado en Baltimore, que ya se estrenó con los Orioles. Es la figura principal en el pacto. Ismael Guillón, por su parte, fue uno de los mejores relevistas zurdos de la 2017-2018.

Los Navegantes tenían planes con Santander. ¿Tuvo que ver su ausencia con esta transacción? ¿Cuán determinante fue la deserción de Guillón en enero, cuando más le necesitaban? Los oropéndolas no parecen ganados a dejar jugar aquí al jardinero y el apagafuegos es más conocido en Valencia por el tiempo que no ha estado con el club.

Es mucho lo que entrega el almirantazgo, aunque todo dependerá realmente de cuánto jueguen con los Tigres. Por lo pronto, atacan dos áreas necesitadas en el roster, a la espera de ganar más de lo que pierden.

@IgnacioSerrano

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