Tigres de Aragua solo ha buscado robar bases 18 veces, es la cifra más baja de toda la liga. Puede que se vea como un número pobre, muy pequeño, pero que se convierte de repente en un guarismo gigante si se compara con la cantidad de veces que Buddy Bailey sonríe en público. La adustez del manager se rompió el lunes -al menos por un momento- después de que los bengalíes celebraron la clasificación, en el Estadio Universitario.
El gesto puede verse como una forma de festejar la duodécima postemporada para él, de las cuales 9 han sido con el uniforme de los rayados. Las cantidades sugieren sapiencia sobre la instancia y también sus primeras palabras tras lograr el pase a enero.
“Se nos viene lo que me gusta llamar otra temporada: los playoffs”, comentó el estratega poco después de demostrar recelo con el plan de reforzamiento en el draft de sustituciones. “Creo que hacer público a quiénes vamos a tomar no es lo correcto. Todavía quedan juegos por disputar. No está bien decir que necesitarás esto y lo otro, además no sabemos cómo terminaremos en la tabla”.
Bailey tiene razón. Antes de la jornada de anoche, Aragua estaba a solo dos juegos de distancia del tercer lugar, y a dos y medio del segundo. Pero más allá de las aspiraciones de una mejor casilla final, los maracayeros lograron la clasificación a pesar de no vivir una gran segunda mitad de campaña. A partir del 15 de noviembre su récord fue de 12-18, algo que contrasta con el registro de 18-9 que dejaron en la primera parte.
El plan. “La meta siempre fue tener un buen comienzo de temporada y lo logramos. Para eso hicimos cambios para tener peloteros que nos ayudaran desde el principio, como el de Guillermo Moscoso y Víctor Gárate por Gleyber Torres”, comentó Nelson Pogglioli, gerente deportivo del club.
En aquella buena época de los aragüeños, desde el juego inaugural hasta la primera quincena de noviembre, existieron nombres que no estaban entre los destacados originales. El infielder Carlos Peñalver bateó 27 hits en 98 turnos en el lapso, Luis Villegas (ahora con los Tiburones) de 81-24 y Carlos Arroyo de 75-23.
“Esos jóvenes criollos estuvieron por encima de la liga en esos momentos y nos ayudaron muchísimo por eso”, explicó Pogglioli. “Además de los peloteros de experiencia como Alberto Callaspo y Alberto González”.
Pero la clave de la clasificación de los Tigres está incrustada en su pitcheo. No hay un cuerpo de lanzadores más constante esta temporada que el de los bengalíes. Desde el principio marcó la pauta y todavía es la mejor efectividad colectiva de la liga: 3.87.
Gran parte de la responsabilidad la posee la rotación, integrada por Guillermo Moscoso, Robert Zárate y Freddy García. De hecho, los iniciadores lucen un promedio de carreras limpias permitidas por cada nueve innings de 3.72, el mejor del campeonato. Ellos cuatro junto a Rick Teasley serán el cuerpo de abridores de la novena para la postemporada.
La gran debilidad de Aragua ha sido su bateo. Su promedio general de .248 está, por mucho, lejos del .271 de los Bravos de Margarita, el segundo peor guarismo. “Es por eso que hicimos el cambio con La Guaira y trajimos a José Castillo”, continuó el ejecutivo. “Nos hacía falta otro bate así, que también tuviera experiencia en los playoffs”.
Los nombres que han sacado la cara por la ofensiva tigrera han sido José Vargas, candidato al Jugador Más Valioso por sus 51 carreras remolcadas y 16 jonrones, y Callaspo, tercer mejor bateador de la liga con ..356 de average y 29 fletadas.
Llegó Hernán Pérez
Para la undécima semana los Tigres de Aragua inscribieron a cinco jugadores y uno de ellos es el grandeliga Hernán Pérez, quien fue el campeón bate de la LVBP la temporada pasada. El utility entró con Renee Cortez, Carlos Garay, José Rondón y Robert Zárate, quien se recupera de una rigidez en el brazo izquierdo. De la nómina salieron David Bergin, Danny Ortiz, Francisco Rodríguez, Josh Smith y José Zambrano.