El síndrome de la baja producción que todavía no ha sido diagnosticado de manera oficial en las Grandes Ligas, pero que inexorablemente ataca constantemente a los jugadores, actualmente está cobrando una víctima: Odúbel Herrera.

El Torito está inmerso en un slump desde que inició la segunda parte de la temporada, pero sus síntomas se han agravado en las dos semanas más recientes de acción. La última jornada “buena” para el zuliano fue el 27 de julio, cuando dio jonrón e impulsó dos carreras.

Desde entonces, los imparables han escaseado, incluidos los extrabases. En sus 14 presentaciones previas a la jornada de ayer, Herrera batea apenas para .226, producto de 12 hits en 53 turnos, y solo uno de ellos fue de más de una base. En cuanto la producción, consiguió llevar solo a cuatro compañeros hasta el plato y no anotó en una sola ocasión.

En agosto los problemas se han intensificado aún más. Su average en el mes es de .190, su OBP de .209 y su slugging de .238, todas estas son las cifras más bajas entre todos sus compañeros de los Filis que contaron con al menos 40 apariciones legales en el plato.

Para Herrera ha sido un periodo sumamente difícil, porque además de afectar sus estadísticas individuales, su poca cosecha también ha tenido repercusión en lo colectivo. Desde que se sumió en el bajón ofensivo, Filadelfia ostenta marca de 6 victorias por 8 reveses y dejó escapar la punta de la tabla en la División Este de la Liga Nacional, que ahora lideran ligeramente los Bravos de Atlanta.

De hecho, el manager Gabe Kapler se ha visto en la necesidad de dejarlo en el banco en al menos cuatro desafíos, con la intención de brindarle descanso que lo ayude recuperar el ritmo en el cajón de los bateadores, así como también de darle la oportunidad a uno de los sustitutos de aportar lo que no ha podido hacer Herrera últimamente.

Con algo de fortuna para Kapler, la llegada de dos paisanos de Herrera han solventado de cierta manera los inconvenientes en su lineup. Asdrúbal cabrera, que tuvo un inicio lento tras ser adquirido de los Mets, de a poco ha ido adaptándose a la filosofía del mandamás y a su nuevo recinto.

Mientras que Ramos, último en incorporarse, en tres juegos ya se ha hecho sentir, de tal manera, que dejó .667 de promedio, con cuatro rayitas empujadas y sumó su primer triple del año.


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