Más que por el color natural del pájaro que funge como mascota del equipo, los Cardenales de Lara están al rojo vivo por el buen momento que atraviesan. Sencillamente, en la actualidad, no existe una novena más peligrosa en la liga. Es fácil demostrarlo: desde el 16 de noviembre hasta ayer, el promedio de bateo colectivo del conjunto era de .379 y el OPS (sumatoria de embasado y slugging) marcaba .983.

La supremacía de la novena era tal, que la segunda mejor divisa ofensiva en el lapso eran las Águilas del Zulia, con guarismo de .298 y .794, respectivamente. Son cifras notablemente inferiores. Incluso, los crepusculares jugaron anoche contra los Leones del Caracas con una racha de 12 encuentros de al menos 10 imparables conectados.

La potencia exhibida es una de las claves para que Lara haya ganado 12 de los 17 compromisos que ha disputado desde el comienzo de la segunda mitad de la campaña. Pero no siempre fue así. Cardenales comenzó lento, para sus estándares. Antes de que se alcanzara el ombligo de la temporada, su average global estaba en .291 y su OPS en .754. La muestra nunca desesperó al manager José Moreno.

“Yo creo que era cuestión de tiempo para que el equipo se soltara a batear como lo está haciendo. Tenemos a hombres como Jesús Montero y Rangel Ravelo, son tipos que no te van a batear .220 de average, son probados en la liga”, explicó el piloto. “Nunca sentí angustia. Estuve positivo todo el tiempo. Sabemos que el bateo es algo contagioso y a medida que vas teniendo paleadores con buenos momentos los demás también se contagiarán. Eso ha pasado últimamente”.

Si el bateo es contagioso, como pregonan las voces especializadas del beisbol, la epidemia que hay en Cardenales tiene varias fuentes principales. Los cubanos Ravelo y Henry Urrutia dominan el campeonato de bateo de la liga con .400 y .385 de promedio, respectivamente. Entre los diez mejores también están Montero con .342 y Chuck Taylor con .339.

Pero más allá de la muestra de los mejores del circuito, los pájaros rojos tienen a 11 peloteros con un average por encima de .300, todos con al menos 45 turnos legales consumidos. Y de ellos, cuatro hombres (Ildemario Vargas, Ravelo, Montero y Juniel Querecuto) estuvieron en el lineup que perdió en la final de la campaña anterior, contra las Águilas del Zulia. Ese núcleo es vital para Moreno.

“Creo que las grandes organizaciones son esas que mantienen a sus peloteros por muchos años, pues crecen en el equipo y se crea un sentimiento de pertenencia”, argumentó. “Pero a veces, como creo que también ocurre con nosotros, solo hay que ser consistentes a la hora de batear”. 


Talón de Aquiles. La ofensiva de Cardenales es tan poderosa como su cuerpo de abridores, el cual posee una efectividad colectiva de 3.98 desde el 16 de noviembre. No obstante, nada es perfecto. El equipo presenta una falla aguda con el bullpen. En el lapso su promedio de carreras limpias permitidas por cada nueve innings es de 5.26, la peor de la LVBP. Ya hay un diagnóstico y un tratamiento para el padecimiento.

“No estamos siendo agresivos para atacar a los bateadores. Estamos cayendo por debajo en lo conteos y, aunque seas muy bueno, siempre estarás en desventaja”, dijo Moreno. “Creo que el ajuste hay que hacerlo siendo menos finos al lanzar y tratar de enfrentar al bateador para que haga contacto, y mantener confianza en la defensa”.


LA CIFRA

248 hits conectó Cardenales desde el 16 de noviembre hasta este viernes. La cifra es notablemente superior a los 178 imparables de Águilas, la segunda mejor cantidad entre los equipos


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