Es un sin sentido pensar en lo que pudo haber sido y no fue. Solo que en ese pequeño cosmos, cuyo lugar más elevado lo representa el beisbol de las Grandes Ligas, sus habitantes no resistimos la tentación de especular. Después de todo, con ello no se le hace mal a nadie. Por el contrario, cómo nos divertimos, imaginando hechos que jamás se hicieron realidad.

Por caso, ¿qué hubiese sido del jardinero boricua Roberto Clemente, de haber desarrollado su carrera con los Dodgers en vez de hacerlo con los Piratas? La más fecunda de las imaginaciones se quedaría corta. A finales de aquellos años 50, Clemente estaría en medio de una alineación con Duke Snider, Jackie Robinson, Roy Campanella, Gil Hodges y Carlo Furillo. Cómo temblarían de pánico los pitchers de la Liga Nacional.

¿Y Johan Santana? Los años más productivos del lanzador venezolano los vivió con el uniforme de los Mellizos de Minnesota, pero cómo saber qué hubiese ocurrido con Johan si su estreno en la gran carpa tiene lugar en Houston con los Astros. ¿Cómo no fantasear con la poderosa dupla de pitchers abridores que pudo conformar con Roy Oswalt?

La ficción protagonizada por Clemente y Santana nos asaltó porque desde hoy, y hasta el jueves en la ciudad de Orlando, en Florida, se realizará el encuentro anual de las 30 organizaciones de las ligas mayores. Cuatro días en los que cualquier cosa puede pasar de cara a la temporada de 2018. Una de tantas, el cambio de peloteros a través de la Regla 5.

En medio de la maraña de tecnicismos que rige las relaciones internas del Beisbol Organizado, la Regla 5 no envuelve dificultad alguna para entender su razón de ser. La cláusula ha sufrido variaciones en el tiempo, pero es el recurso que permite a las organizaciones tomar de otra a un pelotero que no haya sido protegido en la nómina de ligas mayores. Los más susceptibles son los jugadores de las menores, que por motivos contractuales, tienen que recibir la oportunidad de ascender a la gran carpa.

Instante que por lo común, llega cuando el pelotero suma cinco años de servicio en las sucursales del conjunto que lo firmó originalmente. Así las cosas, tiene que ser puesto dentro de la nómina de 40 hombres con estatus de grande liga. De lo contrario, una escuadra que tenga interés en disponer de sus servicios, podría adquirirlo por 100 mil dólares. Asimismo, esa novena adquiere también la exigencia de tenerlo en las mayores durante toda la temporada. Como sucedió con Santana en 1999.

Santana firmó su primer contrato profesional con Houston en julio de 1995 y para la temporada de 2000, de no subir a las grandes ligas los Astros correrían el riesgo de perder al pitcher zurdo. Solo que Houston también deseaba proteger al jardinero Aaron McNeal y solo disponía de un cupo. Se quedó con McNeal y los Marlins de Florida apelando a la Regla 5, adquirieron al joven de 20 años de edad en diciembre. Ese mismo día, Florida cambió a Santana a Minnesota por el también lanzador Jared Camp. Entre 2000 y 2007 con los Mellizos, ganó 93 juegos, tres veces fue líder en ponches, dos en efectividad, dos en entradas lanzadas, una en triunfos, entretanto recibía dos premios Cy Young como el mejor lanzador de la Liga Americana.

En 1954 cualquier bono por encima de los 6 mil dólares por su firma, significaba que el equipo que otorgara dicho monto tendría que proteger al potencial prospecto en medio de una estadía de dos campañas en las mayores. De lo contrario, se exponía a dejarlo ir a través de la Regla 5. Los Dodgers, entonces en Brooklyn, dieron a Clemente una bonificación de 10 mil dólares, pero en vez de llevarlo a la gran carpa, lo mantuvieron toda la temporada de ese año 54 en Montreal, sede de los Royals su granja triple A en la Liga Internacional.

Conscientes del peligro al que se exponían, los Dodgers hicieron lo imposible por ocultarlo de sus pretendientes. Si conectaba un triple en el primer episodio, lo reemplazaban por un bateador emergente en el segundo turno al bate. Y si descargaba un cuadrangular o sacaba a un corredor en el plato con un tiro desde el jardín derecho, los próximos tres encuentros los pasaba en el banco. No obstante, el 22 de noviembre de 1954, el Pittsburgh tomó a Clemente al apelar a la Regla 5. Estuvo en Pittsburgh de 1955 a 1972, un lapso de 18 temporadas que Clemente aprovechó para coleccionar tres mil imparables con un promedio vitalicio de .317, cuatro títulos de bateo, 12 “Guantes de Oro”, 12 apariciones en Juegos de Estrellas, un galardón como el “Más Valioso” de la Liga Nacional y una placa en el Salón de la Fama entre otros logros.

Nada de inesperado tendrá que entre el 10 y el 14 de este mes, más de un pelotero cambie de organización a través de la regla que nos ocupa. Claro, solo el tiempo dirá qué será de él. ¿Se unirá a Roberto Clemente y a Johan Santana, los peloteros más famosos y obtenidos gracias a la Regla 5?.


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