Por internet o en cualquier sitio; lo que le importaba a Félix Doubront era conocer la dieta de Corea del Sur. Encontró algunos detalles. Supo que se comía mucha carne. Aprendió que el arroz también era importante, como en todo el continente oriental. Era mejor saber a lo que se iba a enfrentar. Había firmado un contrato con los Gigantes de Lotte, uno de los 10 equipos de la liga de la Corea democrática.

Es un destino exótico el que le tocó, y él lo sabía. Viajar a Busán, una de las seis ciudades más importantes del país y hogar de su nuevo equipo, representaba conocer una cultura muy alejada de Venezuela o Estados Unidos, donde jugó durante cinco años en las Grandes Ligas antes de sufrir una catastrófica lesión en el codo izquierdo, en 2016. Por ser un lanzador siniestro, trataron de salvar su carrera con la cirugía Tommy John. Desde ese momento se apartó del beisbol organizado.

Pero la curiosidad que sentía por Asia fue superada por la atracción que vivían los coreanos por él. Al fin de cuentas, él era el extranjero, el ajeno; el pelotero venezolano en medio de los más de 49 millones de nativos. Él era lo estrafalario y exótico. Apenas pisó Busán se dio cuenta de ello.

“Todos me querían conocer. Todos me dieron la bienvenida a Corea y a la ciudad. El recibimiento fue muy bueno”, contó Doubront por teléfono, desde la urbe coreana, en donde es parte de la pretemporada de los colosos. “Fui al estadio, a las oficinas, y todos se veían muy contentos porque estaba allí. Conocí al presidente del equipo, al gerente general y a todos los involucrados con la organización. He aprendido que los coreanos son alegres y muy respetuosos, no esperaba algo así”.

En el terreno. La fiebre no se quedó en las entrañas del Lotte, equipo que representa a un grupo de empresas que abarca desde la alimentación hasta las inmobiliarias, de las finanzas al entretenimiento. Como sucede con un panda bebé en un zoológico cualquiera, la atención pública se posó sobre Doubront en el mismo momento que llegó a las prácticas de los Gigantes.

Las cámaras lo seguían, los reporteros lo detallaban y el cuerpo técnico y sus compañeros lo querían conocer. Y mientras todo sucedía, un traductor era la sombra del carabobeño.

“Hasta el momento los voy conociendo a todos, me estoy acostumbrando. Ellos me quieren conocer. He tenido varias sesiones de bullpen y siempre es con un receptor diferente”, comentó. “Los trainers saben de mi lesión y también me dicen que irán conociendo más de las reacciones de mi cuerpo. Lo que puedo decir es que los coreanos tratan de llevar el beisbol más como lo que es, como un juego. Estoy impresionado por esa parte, y por el respeto de los menores a los mayores. Me gusta ese estilo”.

¿Y la comida? Pues al final no ha sido un problema para Doubront. Sus compañeros lo guían en la mesa. Le presentan la gastronomía como si fuese una nueva amiga. Le describen sus características. “Estoy impresionado. Todo es muy limpio, las carnes son buenas… La comida es buena”, afirmó. “Los muchachos me dicen: ‘esto te gustará, esto es picante’. Ya he conocido algunos restaurantes a los que, cuando pueda, volveré”.


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