El Estadio Universitario de Caracas a lo largo de la historia ha servido como hogar para muchas leyendas del beisbol venezolano. El recinto ha visto desfilar por sus terrenos a figuras como Víctor Davalillo, Antonio Armas, Andrés Galarraga, Omar Vizquel, Luis Salazar, Oswaldo Guillén entre otros nombres, que componen el templo de los inmortales del deporte en el país.

En él también se han escrito diversas hazañas y se han celebrado innumerables campeonatos; sin embargo, durante los últimos años, con la decadencia de la situación país y la sequía de títulos por la que han atravesado tanto los Leones del Caracas, como los Tiburones de La Guaira, ha perdido majestuosidad.

Aunque para esta contienda de la LVBP surge un hombre que desea devolverle la majestuosidad de otrora al feudo capitalino y lo más curioso es que se trata de un citadino: Harold Ramírez.

El colombiano se presenta en condición de importado como una de las cartas créditos de los Leones para la zafra que recién inició y no tiene otro objetivo que el ayudarlos a conseguir la esquiva corona 21 en la historia de la emblemática franquicia melenuda.

«Llego con mucho entusiasmo y mucha alegría. Me hablaron muy bien del equipo. Estoy consciente de que este año tenemos como meta conseguir el título y confío en que lo vamos a lograr», manifestó el oriundo de Cartagena, quien se presenta como uno de los foráneos de mayor cartel para el vigente torneo.

No es una aseveración realizada a mansalva. Ramírez se erigió como campeón bate en la categoría Doble A, específicamente en la Liga del Este, en la que defendió los colores de los New Hampshire Fisher Cats, filial de los Azulejos de Toronto. Allí dejó .320 de promedio con 11 cuadrangulares y 70 carreras impulsadas en 120 desafíos.

Aún con estos pergaminos y la gran cantidad de ofertas que recibió por parte de otros equipos del Caribe, el cafetero optó por Venezuela, a pesar de la crisis socioeconómica, por recomendación de los propios Azulejos y también por las referencias que le proporcionó su compañero de equipo, Eduard Pinto, quien también pertenece a los felinos.

«El (Pinto) habló bastante conmigo. Me dio consejos y fue por eso que decidí venir para acá», explicó el toletero de 24 años de edad luego de una corta sesión de práctica de bateo en la que se le vio intercambiando palabras con Franklin Gutiérrez y Jesús Guzmán, dos de los veteranos con los que cuentan los Leones y que están cumpliendo labores de mentores.

En lo que fue su primera semana de acción en la LVBP, Ramírez no desentonó. Se encargó de repartir batazos por todos los sectores del terreno y ayudó a que Caracas conquistara cuatro victorias en siete desafíos, actuación suficiente para ganarse el respaldo de la exigente afición de la capital, quien lo recibe en cada turno bajo el sonido de la popular música neogranadina, conocida como la champeta.

Sin embargo, el jardinero reconoce que no ha conseguido tomar su mejor forma en el cajón de los bateadores. «Me ha costado un poco porque no conozco a los lanzadores, poco a poco he ido haciendo los ajustes, pero aun así he intentado ayudar al equipo lo más que he podido», señaló.

Patadas por batazos. Como todo buen hijo de la hermana república de Colombia, Harold Ramírez inició su vida deportiva en el fútbol. Reconoció que desde muy pequeño exhibió capacidades atléticas por encima del niño común. Velocidad en las piernas, habilidad con las manos eran solo algunas de las características que podrían observárseles mientras compartía con sus amigos por las calles de su natal Cartagena.

Incluso, su pasión y sus ganas de convertirse en alguien importante, lo llevaron a explorar sus opciones en el baloncesto. Disciplina en la que de igual manera demostró sus dotes; pero que no le rindió mayores dividendos.

A la edad de 11 años decidió dedicarse a tiempo completo en el beisbol y desde ese momento comenzó a labrar su camino para convertirse en profesional, además de ser uno de los mayores exponentes de su país en la actualidad.

«Comencé a tomar el fútbol y el basquetbol como un relajo. En cambio en el beisbol ya si estaba representando a Colombia en distintas selecciones y pues me di cuenta que era esto lo que quería hacer», dijo Ramírez, quien tuvo que emigrar hasta República Dominicana para poder pactar con alguna organización de la MLB y lo logró gracias a los Piratas de Pittsburgh, quienes se hicieron de sus servicios a través del Draft Internacional realizado el 2 de julio del 2011.

Durante la temporada 2016 los filibusteros lo enviaron junto con el lanzador Francisco Liriano a los Azulejos a cambio del lanzador Drew Hutchison y desde entonces ha conseguido la estabilidad para desarrollar sus cualidades ofensivas, que lo han transformado en uno de los jugadores más prometedores en un futuro cercano para los canadienses, con quienes aspira a lograr el sueño de consagrarse como un grandeliga.


De Ramírez a Ramírez

La ex estrella de las Grandes Ligas, Manny Ramírez, fue el modelo a seguir para Harold quien confidencialmente lleva su mismo apellido. El colombiano aseguró que fue el quisqueyano su gran ídolo desde que se hizo seguidor del beisbol y aunque no ha tenido la oportunidad, espera algún día conocerlo. «Admiro todo lo que hizo. Siempre me gustó su estilo de juego. Espero que pronto me Dios me dé la oportunidad de poderlo conocer».


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