Si alguien se pregunta cuántos pitcheos hizo Arcenio León desde que firmó para profesional estaría perdiendo su tiempo y es mejor que busque algo qué hacer. Ni siquiera el mismo lanzador debe llevar la cuenta de las veces que tiró una pelota para el plato. Lo que sí conoce bien es la frustración que generó saber que la mayoría de esos envíos no sirvieron para llevarlo a Grandes Ligas.

Desde que tenía 18 años de edad, cuando comenzó en el beisbol organizado, todo fue intentado por León. Y en varias oportunidades pudo oler el césped de los campos de MLB, pues jugó en Triple A con los Astros de Houston, Cerveceros de Milwaukee y Medias Blancas de Chicago. Ninguna organización quiso ver su recta de 99 y 100 millas en el máximo nivel. Los 30 años de edad llegaron tan veloces como aquellos pitcheos.

Pero antes de soplar las tres decenas de velitas, el venezolano lució bien en la Liga de México. El buen momento continuó la campaña pasada con las Águilas del Zulia, con las que salvó 14 encuentros. Todavía la bola rápida era fuerte y los Tigres de Detroit le dieron lo que podía ser su última oportunidad. La espera valió la pena.

Ayer, los 12 años en ligas menores se resumieron en menos de 10 minutos, así de relativo es el tiempo. León por fin pisó un montículo de las mayores. Lanzó 11 pitcheos, la mayoría rectas a más de 95 millas y los otros sliders pronunciados, que sirvieron para dominar a los también criollos Carlos Sánchez y Omar Narváez, así como propinarle un ponche a Willy García.

Lástima que no pudo celebrar a todo pulmón, pues los Tigres cayeron 7 por 3 ante los Medias Blancas de Chicago, pero seguramente el novato de 30 años de edad recibió alguna palmada de felicitación. Es lo mínimo que se merece, sobre todo después de casi matar a su mamá de un susto la madrugada del sábado, cuando lo subieron al equipo grande.

“Llamé a mi mamá a las 2:30 am”, le contó el quinto venezolano que debuta esta temporada en la gran carpa al Detroit News. “Estaba tan asustada que le pasó el teléfono a mi hermana: ‘¿Qué pasó?’, me dijo. Les conté que iba a Grandes Ligas y todo el mundo empezó a llorar. Estoy feliz, muy feliz. Realmente ha sucedido. No pude dormir, porque he estado esperando esta oportunidad”.

El espontáneo. Todo lo que ha logrado este año lo hizo sin invitación a los campos de entrenamientos del equipo grande, pero era inevitable para la organización sentirse atraída por un brazo potente. En un pestañeo León compartía lugar en los Spring Training con el roster del equipo grande.

“Sabía que mi brazo y mi cuerpo se sentían muy bien”, afirmó. “Así que fue al campamento temprano y me dijeron que me darían la oportunidad en el campo de ligas mayores”. Hasta allí fueron las palabras del hombre emocionado, pues no tardaron en llegar las frases de experiencia. “He cambiado. Antes en todo lo que pensaba era en mi recta, no sabía la importancia de la zona de strikes, pero ahora controlo también el slider”.

Es la decimocuarta ocasión que un venezolano se estrena en Grandes Ligas con 30 o más años. Este tipo de historias la comenzaron Gonzalo Márquez (32) y Dámaso Blanco (30) en 1972.


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