AFP / En diciembre de 2016, el Banco Central de Venezuela emitió billetes de mayor denominación como producto de la inflación y devaluación del bolívar.

El Banco Central de Venezuela informó este lunes de la puesta en marcha de un nuevo sistema de control de cambios y que la tasa resultante de la primera subasta de divisas de 2018 quedó fijada en 30.987 bolívares por euro, unos 25.000 bolívares por cada dólar.​

El resultado de la subasta significa, según cálculos de la agencia Reuters, una devaluación de más del 86% con respecto al euro respecto a los 4.146 bolívares por euro de la última subasta, en agosto del año pasado.

Los alrededor de 25.000 bolívares por dólar de la llamada tasa Dicom, que es ahora la única oficial en el país, contrasta con los más de 228.000 bolívares que cuesta un dólar en el mercado negro, según la web Dolar Today y que sirve de referencia en gran parte de la economía del país.

La tasa resultante de la subasta Dicom «aplicará para todas aquellas operaciones de liquidación de monedas extranjeras del sector público y privado», se lee en la gaceta oficial publicada por el gobierno hace una semana.

Al reportar los resultados, el Banco Central advirtió que debido a sanciones financieras de Estados Unidos «se han dificultado las transferencias en moneda extranjera entre los bancos públicos y privados que participan en el sistema Dicom».

La semana pasada, la institución bancaria eliminó la tasa Dipro que situaba el cambio en 10 bolívares por dólar.


Análisis del corresponsal de BBC Mundo en Venezuela, Daniel García Marco

Con el nuevo control cambiario el gobierno admitió, aunque de manera limitada, lo que es una realidad en la calle desde hace meses: la depreciación del bolívar.

Las nuevas medidas simplifican un control cambiario que acaba de cumplir 15 años y que muchos economistas sitúan en la base de gran parte de los problemas de la economía venezolana.

Pero ¿qué resultados puede tener este nuevo cambio? Si se pretende contener la hiperinflación, puede ser un fracaso.

GETTY IMAGES / Venezuela atraviesa una crisis aguda de desabastecimiento de bienes y alimentos importados, además de un declive en la producción nacional.

La nueva tasa encarecerá las importaciones de Estado, reducidas ahora, pero aún imprescindibles para rubros básicos y ya escasos como la alimentación y las materias primas. Venezuela tradicionalmente ha traído desde el exterior casi todo lo que consume. Más ahora con una crisis de producción interna en todos los sectores.

Eso impactará incluso a los productos subsidiados. En las últimas semanas, la bolsa CLAP, que contiene alimentos vendidos directamente por el Estado al consumidor a un precio muy bajo, pasó de costar 10.000 a 25.000 bolívares.

Pero los 25.000 bolívares que cuesta ahora un dólar oficialmente están aún muy lejos de los 227.000 que marca este lunes la web DolarToday y que el gobierno considera como «dólar criminal» o «de guerra» y al que culpa de la inflación.

Aunque pueda tener un componente especulativo, los expertos señalan que esa web es un marcador más fiable de la oferta y la demanda de dólares que el oficial, aunque ahora se eleve.

Y ese precio que señala la página sube porque los venezolanos buscan protegerse con una moneda fuerte y dejar de lado el bolívar, cuyo valor se desvanece por horas.

Ese marcador indica una devaluación sostenida mucho mayor que la que reconoce ahora el gobierno.

El Banco Central de Venezuela admitió «dificultades importantes en la ejecución de la subasta» de dólares por las sanciones financieras impuestas por Estados Unidos. Es decir, empresas y particulares aún deberán acudir al mercado ilegal, paralelo. Y eso continuará reflejándose en unos precios que seguirán subiendo.


Crisis económica

El nuevo sistema cambiario reemplaza al establecido en marzo de 2016 como un intento del gobierno de Nicolás Maduro para enfrentar la crisis económica y prevenir la fuga de capitales.

Entonces, se redujeron los diferentes tipos de cambio a dos: la tasa «protegida» o preferencial de 10 bolívares por dólar y la flotante que arrancó allá por 2016 en 206 bolívares por dólar.

La flotante, llamada Dicom (Tipo de Cambio Complementario), incluía operaciones de venta de divisas generadas por las exportaciones, la venta de hidrocarburos y de las empresas básicas.

La Dipro, por su parte, era una tasa aplicada únicamente para servicios y bienes identificados como prioritarios por el Estado.

En Venezuela existe un control de cambio desde 2003, cuando se implementó para intentar frenar la inflación y la fuga de capitales.

La medida fue implementada en medio de la crisis que siguió al paro petrolero de 2002, la paralización de la industria petrolera impulsada por la oposición como protesta para presionar al presidente Hugo Chávez a renunciar.

Venezuela tiene la inflación más alta del mundo y atraviesa una crisis aguda de desabastecimiento de bienes y alimentos importados, además de un declive en la producción nacional.

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