La grasa parda es un tipo especial de grasa corporal que se activa cuando sientes frío.

Casi todos los mamíferos, incluido el ser humano, la tienen pero en distintas cantidades.

Al activarse, este tipo de grasa -también llamada tejido adiposo marrón- genera calor para ayudar a mantener la temperatura corporal.

Y para producir ese calor la grasa parda usa como «combustible» la grasa corporal normal o blanca, que es la más común, la que forma nuestros «michelines».

Por eso, en años recientes ha despertado el interés de investigadores que buscan saber si podría ayudar en la pérdida de peso de cara a futuros tratamientos para la obesidad.

50 gramos de grasa blanca almacenan aproximadamente más de 300 kilocalorías de energía. La misma cantidad de grasa parda puede quemar 300 kilocalorías al día, según información publicada por el Instituto Garvan de Investigación Médica de Sídney, en Australia.

Algunos expertos creen que la grasa parda podría ser «activada» para acelerar la quema de grasa blanca, y otros, que la grasa blanca podría ser «convertida» en grasa parda a través de estímulos como el frío o el ejercicio.

Pero estos estudios todavía son incipientes y por ahora no hay evidencias científicas concluyentes realizadas con humanos.

¿Dónde está, cuánta tenemos y porqué es marrón?

Los recién nacidos son los seres humanos que más grasa parda tienen. Todos nacemos con reservas alrededor del cuello y el torso porque esa es la forma en la que la naturaleza nos ayuda a mantenernos calientes en nuestros primeros meses de vida, cuando somos más vulnerables.

Hasta hace pocos años se creía que esa grasa desaparecía con la infancia. Ahora sabemos que si bien su presencia decrece con la edad, la grasa parda o marrón está presente en la mayoría de los adultos y que es metabólicamente activa.

Sin embargo, no es una grasa que nos causa gordura, ya que su presencia es en cantidades muy pequeñas comparado con la grasa blanca.

La grasa parda contiene muchas más mitocondrias que la blanca, y eso es lo que le da su distintivo color marrón. Esas mitocondrias son los «motores» con los que queman calorías para producir calor.

Algunos investigadores han concluido que las personas que tienen mayores cantidades de grasa parda tienden a ser más delgados.

Creen que la presencia de esta «grasa buena» incrementa el gasto metabólico basal de una persona, es decir, el consumo básico de calorías que una persona necesita para vivir.

Y por eso hay ahora tanta especulación sobre los potenciales usos de este tejido adiposo más oscuro.

«Su capacidad natural para quemar energía la convierte en un objetivo terapéutico potencial contra la obesidad y la diabetes», dijo el doctor Paul Lee, del Garvan Institute of Medical Research, que ha liderado investigaciones sobre el tema.

¿Se puede activar?

Eso están tratando de averiguar los investigadores.

Algunos creen que la actividad de la grasa parda en los adultos se puede estimular mediante la exposición regular a bajas temperaturas.

Otros, como el doctor Paul Lee, especialista en endicronología, han explorado la posibilidad de convertir la «grasa blanca» en «grasa parda», mediante el uso de dos hormonas, la irisina y la FGF21, que se liberan normalmente durante el ejercicio y con el frío.

Según un estudio de Lee publicado en 2014 en la revista Cell Metabolism, en el laboratorio un tratamiento con esas dos hormonas logró convertir células humanas de grasa blanca en grasa parda a lo largo de un período de seis días. Al final las células tratadas empezaban a generar calor, una característica de la grasa más oscura.

Pero todavía hacen falta más investigaciones científicas con humanos para entender bien el papel y relevancia de la grasa parda para nuestra salud.

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