Otro caso de tortura, hacinamiento y abandono infantil ha hecho saltar las alarmas en Estados Unidos.

Los vecinos de Fairfield, una localidad aparentemente tranquila del norte de California, no salen de su asombro tras conocer que en uno de sus bonitos barrios había 10 menores que vivían en «condiciones horribles» de miseria.

Este miércoles, la fiscalía de distrito del condado de Solano, al que pertenece Fairfield, acusó formalmente a Jonathan Allen e Ina Rogers, de 29 y 30 años de edad respectivamente, de múltiples delitos de tortura y abuso infantil.

La pareja niega las acusaciones, pero el relato de la policía, que habla de pinchazos, quemaduras y moratones, entre otras cosas, es estremecedor.

Llamada de emergencia

El pasado 31 de marzo, Ina Rogers llamó a la policía para decir que su hijo de 12 años había desaparecido.

Los agentes lo encontraron poco después, durmiendo bajo un arbusto en un parque cercano.

Hasta ahí, la historia parecía encaminada a tener un final feliz.

Jonathan Allen e Ina Rogers viven en un barrio residencial de Fairfield, California (Foto: Google)

Sin embargo, cuando la policía llevó al joven a casa, se encontró con un escenario desolador: había basura, comida podrida y excrementos humanos y de animales por todas partes.

Los agentes registraron la casa y hallaron otros nueve menores con edades comprendidas entre los 4 meses y los 11 años.

Rogers fue detenida, pero salió de prisión pocos días después tras pagar una fianza de 10.000 dólares.

Investigación policial

Desde aquel primer descubrimiento hasta la imputación de cargos de esta semana, las autoridades se han dedicado a investigar el caso para intentar comprender lo que ocurría en la casa.

«Con la colaboración de los servicios de menores y de la fiscalía, los detectives de la unidad de violencia familiar de la policía iniciaron una investigación que reveló una larga y continua historia de abuso severo físico y emocional sobre los menores», escribe el Departamento de Policía en un comunicado.

Como resultado de la investigación, la policía emitió una orden de arresto para Jonathan Allen, el padre de las criaturas, quien fue detenido el pasado viernes 11 de mayo.

Fairfield es una tranquila localidad que se ha visto sacudida por el caso de abuso infantil cometido sobre 10 menores de una misma familia (Foto: Facebook)

Allen fue imputado con nueve cargos de tortura y seis de abuso infantil y quedó detenido bajo fianza de 5,2 millones de dólares.

Por su parte, la fiscalía modificó la acusación contra la mujer, que estaba en libertad condicional, para añadir nueve cargos de abuso infantil.

Rogers compareció este miércoles ante el tribunal y quedó detenida bajo fianza de 495.000 dólares.

Detalles de los abusos

Tras un breve paso por el departamento de bienestar infantil, los niños fueron trasladados a casas de familiares.

En entrevistas con los investigadores, los niños describieron situaciones de abuso extremo, según explicó ante la prensa el teniente del departamento de policía Greg Hurlbut.

«Encontramos heridas por pinchazos, quemaduras, moratones y lesiones consistentes con disparos hechos con pistolas de perdigones», enumeró Hurlbut.

Para la fiscal de distrito Sharon Henry, «los niños fueron torturados por razones sádicas».

Allen concedió una breve entrevista a una televisión local y negó tajantemente todas las acusaciones.

«Nunca he pegado a mis hijos, llevo una vida espiritual, pero no hago ofrendas ni actos satánicos, como se ha dicho», le dijo Allen a la cadena KCRA.

Triste asociación

Esta noticia recuerda al siniestro caso del matrimonio Turpin que mantenía a sus 13 hijos encadenados en casa, señala la corresponsal de BBC Mundo en la costa oeste, Beatriz Díez.

«Si bien hay diferencias en los detalles de cada caso», explica Díez, «tanto los Turpin como Allen y Rogers mantuvieron a sus hijos aislados del exterior, los educaron en casa y, según los indicios, los sometieron a distintas situaciones de abuso sin que nadie diera la voz de alarma».

«También en ambos casos los adultos aseguran haber hecho lo mejor por sus hijos», concluye.


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