La línea cada vez más borrosa entre las armas nucleares y convencionales está aumentando la amenaza de una guerra nuclear.

Las armas nucleares y no nucleares nunca han estado completamente separadas unas de otras.

El bombardero B-29, por ejemplo, fue diseñado y construido para lanzar misiles convencionales. Pero el 6 de agosto de 1945, uno de estos aviones, el Enola Gay, lanzó un arma nuclear en la ciudad japonesa de Hiroshima.

74 años después, nueve países poseen ahora miles de armas nucleares, que se están mezclando cada vez más con las no nucleares.

La reserva mundial de armas nucleares se redujo desde su máximo histórico de alrededor de 64.000 en 1986, pero algunas armas contemporáneas son unas 300 veces más poderosas que la bomba que cayó sobre Hiroshima.

Foto: BBC.

Todos los estados con armas nucleares poseen armas de doble uso que pueden usarse para lanzar ojivas nucleares o convencionales. Estas incluyen misiles de rangos cada vez más largos.

Rusia, por ejemplo, ha desplegado recientemente un nuevo misil de crucero terrestre, el 9M729.

Estados Unidos cree que este misil es de doble uso y ha sido probado a distancias «muy por encima» de los 500 km.

El misil está en el centro de los reclamos de Estados Unidos de que Rusia violó los términos de un tratado que prohíbe el uso de misiles de medio e intermedio alcance.

Este es el motivo por el cual el mes pasado EEUU anunció su retirada del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés).

La decisión fue replicada por Rusia, lo que generó preocupación por una nueva carrera armamentística.

Vehículos militares llevan misiles DF-26 durante un desfile en Pekín. Foto: Getty Images.

China, mientras tanto, ha estado recientemente mostrando su nuevo misil, el DF-26.

Capaz de viajar más de 2.500 km, parece ser el misil de doble uso de mayor alcance del mundo, capaz de realizar ataques de precisión.

Escenarios bélicos

Existen una serie de escenarios en los que tales misiles podrían aumentar involuntariamente la posibilidad de una guerra nuclear.

Lo más obvio es que, en un conflicto, podrían lanzarse con ojivas convencionales, pero confundirse con armas nucleares.

Esta ambigüedad podría llevar al adversario a lanzar una respuesta nuclear inmediata.

Es difícil saber si elegiría este curso de acción o esperaría hasta que las armas se detonaran y se hiciera evidente cómo estaban armadas.

En la práctica, el mayor peligro con los misiles de doble uso puede ser otro: la identificación errónea antes de que se hayan lanzado.

Imagina que China dispersara misiles DF-26 montados en camiones cargados con ojivas nucleares alrededor de su territorio.

El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, y el de Estados Unidos, Ronald Reagan, firmando el tratado INF el 8 de diciembre de 1987. Foto: Getty Images.

Estados Unidos, creyendo erróneamente que están armados convencionalmente, podrían decidir intentar destruirlos.

Al atacarlos, podría provocar inadvertidamente que China lanzase las armas nucleares que todavía tuviera antes de que pudieran ser destruidas.

Sistemas satelitales

Los misiles de doble uso no son la única forma en que las armas nucleares y no nucleares están cada vez más mezcladas.

Por ejemplo, todas las fuerzas nucleares necesitan un sistema de comunicación, que puede incluir satélites.

Pero, cada vez más, estos sistemas de comando y control nucleares también se están utilizando para apoyar operaciones no nucleares.

EEUU, por ejemplo, opera satélites para avisar de ataques con misiles balísticos ya sea con armas nucleares o convencionales.

Rusia muestra su misil 9M729. Foto: Getty Images.

En un eventual conflicto entre la OTAN y Rusia, estos podrían usarse para detectar misiles balísticos convencionales de corto alcance lanzados por Rusia, como el primer paso para derribarlos.

Si esta estrategia tuviera éxito, Rusia podría decidir atacar los satélites de alerta temprana de Estados Unidos como respuesta.

De hecho, la comunidad de inteligencia de EEUU ha advertido de que Rusia está desarrollando armas láser terrestres con ese preciso propósito.

Pero cegar los satélites de alerta temprana de EEUU no limitaría simplemente su capacidad para detectar misiles armados convencionalmente.

También comprometería la capacidad de Estados Unidos para detectar misiles balísticos con armas nucleares y podría aumentar los temores de que Rusia estéplaneando un ataque nuclear contra EEUU.

De hecho, en el documento «Revisión de la Postura Nuclear de EEUU», publicado el año pasado por el gobierno norteamericano, se amenaza explícitamente con considerar el uso de armas nucleares contra cualquier estado que ataque sus sistemas nucleares de control y mando.

Esta amenaza se aplica a cualquier estado sin importar que haya usado armas nucleares primero o no.

Sin voluntad de diálogo

Los gobiernos de los estados con armamento nuclear son presumiblemente conscientes del creciente enredo entre las armas nucleares y no nucleares.

También son conscientes de al menos algunos de los peligros asociados.

Sin embargo, trabajar para reducir estos riesgos no parece ser una prioridad.

El enfoque sigue siendo mejorar sus capacidades militares, para disuadir a los demás.

Una opción podría ser que los países intenten acordar la prohibición de armas que podrían amenazar a los satélites de comando y control nucleares.

Pero, por el momento, los gobiernos de los estados con armas nucleares se muestran reacios a sentarse alrededor de la misma mesa.

Como resultado, las perspectivas de tal cooperación parecen ser sombrías.


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