En medio del océano Pacífico hay una vasta zona donde las condiciones naturales juegan en contra de la vida marina.

Es un gigantesco «desierto marino» al que los científicos han llamado «el lugar más hostil en todo el océano».

Se le conoce como el Giro del Pacífico Sur, que extiende a lo largo de 37 millones de kilómetros cuadrados, desde las costas de Sudamérica hasta Nueva Zelanda; y desde el Ecuador hasta la Corriente Circumpolar Antártica. Eso equivale a sumar las superficies de Estados Unidos, China y Rusia.

En su superficie se puede apreciar el agua más cristalina del mundo, pero esa es solo una señal de lo «árido» y estéril que es esta zona.

Representa el 10% de la superficie total de los océanos, pero aun así es una de las regiones menos estudiadas de nuestro planeta.

Ahora, una expedición del Instituto Max Planck de Alemania reveló nuevas pistas sobre el lugar y la escasa pero particular forma de vida que ahí habita

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El Giro del Pacífico Sur es una de los cinco enormes sistemas de corrientes circulares oceánicas.

Condiciones extremas

El Giro del Pacífico Sur es uno de los cinco enormes sistemas de corrientes circulares oceánicas.

Esa corriente impide la entrada de aguas más ricas en nutrientes que pueden venir de otras partes del océano, por eso su agua es poco »abonada».

Y a eso hay que sumarle que en la zona el sol irradia de manera «peligrosamente alta», según los expertos. Los niveles de rayos UV en el giro son calificados de «extremos».

Todos esos factores dificultan que el lugar pueda ser habitado por animales que abundan en otras partes del mundo.

La investigación del Instituto Max Planck, sin embargo, mostró que en medio de este desolado paisaje marino hay microorganismos que se las han ingeniado para sobrevivir en medio de condiciones adversas.

Durante seis semanas, un equipo de microbiólogos recorrió en un barco cerca de 7.000 km entre Chile y Nueva Zelanda, tomando y analizando muestras del agua mientras navegaban.

Estas muestras las tomaban entre los 20 y los 5.000 metros de profundidad.

«Sorpresivamente, encontramos cerca de un tercio menos de células en las aguas superficiales del Pacífico Sur, comparado con los giros oceánicos en el Atlántico», dijo en un comunicado el microbiólogo marino Bernhard Fuchs, coautor de la investigación.

«Fue probablemente el menor número de células que se haya registrado en aguas oceánicas superficiales».

 

Los investigadores usaron sondas para tomar muestras del agua.

Comportamientos extraños

Según los investigadores, a pesar de lo escasos y lo pequeños que son estos organismos, tienen una gran influencia en las dinámicas del océano, así como en los ciclos del carbono a nivel global.

Aún no se sabe con precisión cómo estos organismos sobreviven en un ambiente con tan pocos nutrientes

Los biólogos, sin embargo, encontraron casos de algas que establecen relaciones simbióticas con algunas bacterias, con las que intercambian sustancias esenciales como nitrógeno y azúcares, aunque aún es un misterio de dónde toman los demás nutrientes, como el fósforo y el hierro, que raramente se encuentran en estos lugares.

Durante la exploración también se dieron cuenta de que la «comunidad» de organismos variaba fuertemente a medida que aumentaba la profundidad.

Los investigadores exploraron la zona desde Chile hasta Nueva Zelanda.

Eso se explica por la cantidad de luz que penetra el agua. Lo sorprendente, sin embargo, fue que un organismo altamente fotosintético llamado Prochlorococcusse encontraba en pocas cantidades en las aguas superficiales, donde hay más luz, y era más abundante a 150 metros de profundidad, donde es más oscuro.

Lo contrario ocurrió con otro organismo llamado AEGEAN-169, que hasta ahora solo se había detectado alrededor de los 500 metros de profundidad, pero en esta ocasión lo vieron de manera »particularmente numerosa« en aguas superficiales del centro del giro.

«Esto es algo que definitivamente vamos a investigar más«, dijo la microbióloga Greta Reintjes, coautora de la investigación.

Aunque el Giro del Pacífico Sur aún guarda muchos enigmas, los científicos confían en que estos hallazgos sirvan para entender mejor cómo funciona este ecosistema y cómo afecta los ciclos vitales de la Tierra.


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