Aún no ha nacido pero ya tiene nombre: ‘petro’, la criptomoneda que, según Nicolás Maduro, ayudará a Venezuela a «vencer el bloqueo financiero».

Además del nombre, el mandatario del país sudamericano apenas dio detalles de cómo será la nueva herramienta con la que espera «avanzar hacia nuevas formas de financiamiento internacional», según dijo el domingo pasado en su programa semanal de televisión.

A diferencia de la mayoría de criptomonedas que hay en el mercado (como bitcoin o ether), el petro contará con un respaldo físico: las reservas nacionales de oro, petróleo, gas y diamantes.

La situación económica venezolana, que ya de por sí no era buena, se ha complicado en los últimos meses.

Agencias de calificación como Standard & Poor’s y Fitch declararon en noviembre al país en un «default selectivo», después de que no pudiera cumplir con ciertos pagos.

Y el gobierno de Estados Unidos le impuso sanciones financieras que dificultan aún más las transacciones con el extranjero.

Y a esto se suma que el país cerrará el año con una inflación del 652% y una reducción del PIB del 12%, según los últimos cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

¿Es una criptomoneda la respuesta a todos estos problemas?

BBC Mundo habló con el historiador económico Garrick Hileman, del Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge, y el profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de ESADE Jesús Palau, para ver qué impacto podría tener el petro en la crisis venezolana.

Viabilidad

Los aspectos técnicos, en un principio, no deberían ser un obstáculo. «Puedes conectarte a internet y crear tu propia criptomoneda en 20 minutos copiando y pegando código de software», explica Garrick Hileman.

Lo importante, como asegura Jesús Palau, es que alguien más le dé valor como moneda de cambio y se atreva a utilizarla.

Los dos expertos insisten en que es difícil hacer un análisis con la poca información que se ha dado a conocer sobre el petro. Pero, ateniéndose a lo revelado por Maduro, ambos avanzaron valoraciones opuestas.

Para Palau, la propuesta no suena muy prometedora: «Una moneda depende de la calidad del país, no importa que sea electrónica o no, y Venezuela no está en una situación muy buena».

Palau se mostró escéptico respecto a las garantías ofrecidas por el gobierno: «Teóricamente, (el petro) estaría respaldado por la materias primas de Venezuela. Pero yo creo que esa materia prima ya está a disposición de otros (acreedores del Estado)».

«La única manera de que alguien le dé dinero a Venezuela, dada su situación económica actual, sería dar un tratamiento privilegiado… Convencer a alguien de quelos únicos que cobrarán en oro o petróleo serán quienes tengan esta criptomoneda».

Hileman, sin embargo, cree que el petro es viable: «Si se arma adecuadamente, es algo que puede funcionar e incluso solucionar algunos de los problemas de Venezuela, como darle una moneda fiable».

Para el investigador de Cambridge, el Estado debe priorizar la «honestidad y transparencia» para sacar adelante un proyecto como este.

«¿Dónde se guardarán estos activos (el petróleo, el gas, el oro y los diamantes)? ¿Quién los custodiará? ¿Estarán en Nueva York? ¿En Londres?».

En su opinión, Venezuela debería designar un custodio independiente que garantice que, en caso de impago, estas materias primas lleguen a manos de los acreedores.

«Es un término medio, considerando la situación actual de Venezuela. Parece ser un paso en la dirección correcta porque su moneda está en caída libre por la inflación y una política monetaria deficiente».

Ventajas

Contar con una criptomoneda aportaría ciertos beneficios.

«Tener una criptomoneda no es ninguna cosa especial. Tal vez lo único especial que tenga es que puede ayudar a burlar de alguna manera el bloqueo económico de Estados Unidos», admite Palau.

Entre las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump se incluye la prohibición de realizar transacciones con títulos de deuda y acciones emitidos por el gobierno sudamericano y su compañía petrolera estatal (PDVSA).

Esta empresa es la principal fuente de ingresos del Estado, por lo que superar estar restricciones se encontraría entre sus prioridades.

Ambos expertos creen que el petro podría ayudar a conseguir este objetivo, siempre que los socios de Venezuela accedan a utilizarla.

Otra ventaja es que este nuevo mecanismo podría atraer nuevos inversores internacionales entre los entusiastas de las criptomonedas en un momento en que la credibilidad del país está bajo mínimos.

«Ha habido mucho entusiasmo por las criptomonedas en los últimos meses en particular y esta es una forma de capitalizarlo», asegura Hileman, que cree que al gobierno también le puede interesar que el petro circule dentro de sus fronteras.

«Creo que esto está diseñado también para atraer al público nacional, cuyo interés en el bitcoin y otras criptomonedas ha crecido mucho… Tal vez si algunos venezolanos se enteran de que el país sacará pronto su propia criptomoneda, dejarán de usar el bitcoin», explica.

Por último, Palau apunta que el petro podría ser «una manera disimulada de hacer default en los mercados normales», como los bonos soberanos, pero dejando a la vez la entrada abierta a «inversores nuevos que crean que no les harán un default».

Desventajas

Venezuela no es el primer país que se plantea un proyecto como este. Estados como Rusia, Estonia y Dubái anunciaron este año su intención de poner en marcha monedas digitales.

La diferencia es que, mientras estos buscan darse un aire de modernidad, Venezuela intenta encontrar una salida a una crisis inédita. Por eso es el único que ha ofrecido respaldar la divisa con un activo.

«Hay muchas preguntas por responder aún y muchas barreras. No me sorprendería que alguno de estos anuncios no lleguen a concretarse por todos los obstáculos que hay para que los bancos centrales hagan criptomonedas», asegura Hileman.

El más grande de estos consiste en implementar la criptomoneda sin que esta provoque una crisis bancaria.

En la actualidad, sólo los bancos trabajan de forma directa con el banco central de cada país, que hace el papel de regulador del sector dentro de sus fronteras pero que no ofrece servicios directos a los ciudadanos.

«Si los bancos centrales les dan a las personas particulares el mismo servicio que ofrecen los bancos comerciales… en momentos de pánico la gente preferirá sacar su dinero del banco comercial y ponerlo en el central (a través de la criptomoneda estatal), que es una opción que ahora mismo no existe», explica el investigador.

Al ser los custodios de las reservas de la nación y la autoridad monetaria, tener los depósitos en los bancos centrales resultaría mucho más seguro.

«Los bancos comerciales se quedarían sin dinero, colapsarían y se llevarían la economía con ellos», advirtió.

Otra barrera estaría en el uso que se dé al petro, ya que uno de los principales atractivos de las criptomonedas es su anonimato: se pueden realizar transacciones sin revelar quiénes participan en ellas.

Esto ha hecho que se vuelvan muy populares entre quienes cometen actos ilícitos.

¿Cómo verían los venezolanos que su Estado respalde una divisa que se utilice para cometer crímenes?, plantea Hileman.

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