Los ojos de Chávez, máscaras antigás y la inflación son nociones e imágenes que se repiten constantemente en el imaginario venezolano. Ricardo Arispe utilizó estas coordenadas para presentar en formato plástico un relato sobre el sentir de un país y sobre la forma en la que los ciudadanos se plantan frente al contexto. Somos exhibe tres instalaciones del fotógrafo, en la galería Secadero de la Hacienda La Trinidad.

A simple vista la exposición se puede ver como un reflejo del país, sin embargo Arispe comenzó a tomar fotografías mucho antes de que hubiese protestas diarias y de que la violencia en las calles se hiciera una constante. “Los problemas no empezaron ahorita, tenemos años viviendo el mismo día todos los días. Más allá de tratar un tema político, quise mostrar la sensación térmica nacional”, explica el artista.

En dos pisos se extienden tres instalaciones sobre las paredes de la galería. Primero está “Resilientes”, una serie en la que se ve a Valentina Quintero, Coquito, Caterina Valentino, Freddy Guevara o Miguel Pizarro utilizando máscaras antigases. También hay vigilantes, vendedoras de empanadas, entre otras personas que forman parte del entorno diario de Arispe.

“Es imposible poder fotografiarlos a todos. En la muestra no solo hay caras conocidas, quería reflejar las diferencias. Las máscaras se tienden a asociar solo con la protesta, pero la serie nace como un tributo a quienes a pesar del contexto en el que estén o lo que les esté pasando, siguen haciendo cosas y aportando”, dice el artista, que comenzó la serie con una fotografía de su hija a quien con 8 años de edad le diagnosticaron diabetes.

La máscara es una constante en el trabajo de Arispe. “Tristemente aquí ya se convirtió en un ícono”, asegura el creador quien sí tomó un símbolo político para desmontar la mirada del Gran Hermano. “Los ojos de Chávez nos permiten plantearnos un ejercicio iconográfico y nos lleva a pensar un poco más allá de lo que nos dicen las vísceras”, agrega.

Somos es también un ensayo visual de la inflación. Toma el cono monetario y sobre cada billete imprime la imagen de lo que se puede comprar y luego cómo hay una variación cada tres meses. Resalta que el trabajo hecho entre enero y julio de este año ya no se corresponde con los precios en la calle.


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