El arte en Venezuela, al igual que otros sectores, también atraviesa momentos críticos. Sin embargo, resistirse a la desaparición de la mirada enriquecedora que aportan los creadores es la alternativa que plantea Edgar Sánchez con su exposiciónTransfiguraciones.

La obra de Sánchez puede encajar en el perfil de lo figurativo, pero no se detiene en la simple reinterpretación. El artista aborda la creación entrando en contacto con la realidad en la que interactúan las personas con el ambiente en el que desarrollan su experiencia vital.

Por primera vez, una exposición individual del Premio Nacional de Artes Plásticas 1999 llega a Madrid. La muestra del artista larense en la capital española es presentada por la Galería Odalys y culminará el 26 de mayo. Sánchez reconoce que la crítica Federica Palomeros fue fundamental para la concepción de Transfiguraciones, además de ser la presentadora de la exposición, que contiene 39 piezas.

—¿Cómo abordó Transfiguraciones?

—Consta de muchas piezas actuales, intercaladas con trabajos de otra época, entre los que están los dibujos. Una serie que he realizado desde los años setenta hasta el presente y que complementan la exposición. Hacen una integración que es muy justa, bastante acertada, en vista de que dialogan de la manera más fluida. No hay interferencia dentro de ella, proveen una imagen muy completa de mi obra. He tratado siempre la figura humana, que pasa a tener modificaciones, modalidades que se suceden en el tiempo. Con Transfiguraciones, estos cambios en las formas, bien sea la humana o la paisajista, se integran a situaciones nuevas, que se pretenden abrir a otras dimensiones llenándose de cargas expresivas inéditas, con distintas circunstancias. Esto hace parte esencial de lo que puede ser una “transfiguración”. También es como una aparición, un deseo que tienen todos los artistas de trabajar con formas muy expresivas, nuevas y que le permiten enriquecer todo lo que ha hecho hasta el presente.

—¿Por qué considera que todas las obras son un retrato?

—En Transfiguraciones cada obra es un fragmento de ese gran retrato que es toda la colección que presento en este instante. Hay signos en cada una de las piezas, que plasmadas configuran misterios, interrogantes, situaciones, vivencias; y esas vivencias miran hacia el interior. Creo que es muy importante y me parece bellísimo verla como un retrato.

—¿Cómo es la situación de los artistas venezolanos que exhiben en el extranjero?

—Desde mi experiencia, exponer en Madrid es un gran logro. Me siento muy feliz al hacerlo y creo que es un suceso que divide el tiempo en que he vivido en dos. Espero que después de esta exposición podamos llegar a otros lugares de Europa, pero este es un punto de partida importantísimo en la vida y en la obra de cualquier artista. Yo siento que uno vive de sueños, pero de repente esos sueños se hacen realidad, y esa realidad es muy pródiga porque está llena de aspiraciones y cosas que con seguridad se van a dar en el futuro.

—¿Qué necesita actualmente el arte en Venezuela?

—Estamos en un período de crisis, al igual que la ciudad y todo el país. Más que cualquier otra disciplina, el arte está en crisis, porque vive de la comunicación. Es un reflejo del contacto que tenemos con otros pueblos, con otros países, y es la influencia que necesitamos para generar intercambio entre lo que hacemos y las cosas que están alrededor nuestro. Eso es vital y es fuente del enriquecimiento intelectual de un país. Creo que experimentamos un retroceso intelectual, estamos viviendo una faceta del subdesarrollo intelectual, lamentablemente, sin que haya resultados positivos. Desafortunadamente, no creo que si estamos en ese momento vayamos a tener una explosión realmente apetecible de la intelectualidad en nuestro país.

—¿Cuál debe ser el papel de los artistas en tiempos de crisis?

—El rol de los artistas es trabajar en su obra. Los creadores deben impedir verse frenados por la situación. Opino que es el momento de responder, la juventud venezolana ha hecho un trabajo realmente admirable y yo creo que ese trabajo loable de los jóvenes de nuestro país debe estar acompañado por el pensamiento de sus intelectuales y el respaldo de todos sus creadores.

Entre el paisaje y lo humano

Edgar Sanchez considera que el papel de las personas es fundamental en su obra. Explica que el paisaje forma parte de un diálogo íntimo e imperecedero que proporciona la trascendencia al ser y la necesidad intrínseca de establecer una visión hermosa, que enaltezca simultáneamente al hombre y al entorno, que en su caso es el Ávila. “Yo vivo con el Ávila al frente y eso me nutre continuamente. Esa masa de árboles llena de luz, llena de color que, aun siendo maravillosa, necesita de la presencia de lo humano con la que mantiene un intercambio continuo, representado por la ciudad, que lo rodea permanentemente”.


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