Debajo de su capucha, la mirada desafiante se presenta como una declaración abierta al combate. Sus ojos están encendidos de furia. No hay espacio para la duda. Es darlo todo por la rebelión o someterse a un régimen de vejaciones eternas.

La descripción bien podría ajustarse al escenario de confrontaciones recientes. La escena, sin embargo, pertenece a una de las obras de la serie Pasaportes en la sombra del artista plástico Jorge Pizzani, que desarrolló en abril pasado. Es una interpretación de los rostros de los cientos de manifestantes que en los últimos dos meses han estado a la vanguardia de las protestas en contra del gobierno. Su pintura se presenta como un manifiesto por el cambio político. Su aporte en el frente de lucha.

“Me encerré en mi taller para intentar digerir lo que estaba pasando en Venezuela. Desde el punto de vista psicológico, todos hemos terminado somatizando la realidad, este contexto de dolor y violencia. Irónicamente, la crisis me ha llevado a producir una gran cantidad de piezas, pero no desde el punto de vista panfletario. Es asumir el conflicto desde la entereza conceptual, darle un razonamiento intelectual a la barbarie. Acercarme al drama de la condición humana desde la pintura”, indica Pizzani.

De la serie Pasaportes en la sombra (2017) del artista plástico Jorge Pizzani

Como él, muchos artistas visuales han decidido plantarse frente a la represión a través del acto creativo. Desde sus diversas trincheras expresivas se han manifestado en contra de los crímenes y humillaciones que se han escenificado en Venezuela entre abril y mayo de este año. Para los creadores, la denuncia del presente se convertirá en la memoria del futuro.

El fotógrafo Juan Toro ha seguido el rastro del conflicto venezolano desde 2014. Su trabajo ha estado marcado por los restos simbólicos que han dejado las protestas en el país y que terminan por apuntar elementos importantes para entender nuestra realidad inmediata.

“La confrontación es distinta, ha subido de tono. Estoy completando un inventario de las cosas que quedan tiradas luego de las manifestaciones. En las noches empiezo a recolectar objetos, esos trazos de enfrentamientos que han quedado en las calles. Escudos, cartuchos, municiones, bombas. Son la expresión de una sociedad fragmentada, que no consigue entendimiento. No hay salida ni válvula de escape”, señala Toro.

Estos rastros que deja la violencia se convertirán luego en fotografías, con las que busca entender el quiebre político y social que vive la nación en estos momentos. Sus imágenes son aumentadas, como la realidad, para darle mayor dramatismo e impacto a estos desechos que terminan por ser tóxicos para el desarrollo social del país. Una manera de remover al espectador, que le haga reflexionar sobre su presente.

“Uno no puede obviar la realidad que le tocó vivir. Es como darle la espalda a Venezuela. Para mí, el hecho de salir y hablar con los muchachos que están en las protestas y hacer la recolección de estos objetos es ser testigo del momento que estamos viviendo. Es importante que el país no nos pase por encima, uno debe caminar junto con él. No todos podemos estar al frente de las marchas, porque muchas veces los cambios ocurren desde las periferias. Trabajo como forma de resistencia. Recolectar estos objetos es como un trabajo arqueológico del presente de violencia que estamos viviendo, que se convertirá en la memoria de un país al que no queremos volver”.

La clave es el mensaje. La conflictividad actual se ha vuelto tema de inspiración recurrente para varios creadores. Sus trabajos plásticos se manifiestan como un grito de resistencia ante el salvajismo oficial, con sus mecanismos represores. La acción es protestar. La vía es la imagen, que se multiplica a través de las redes sociales y de los medios de comunicación alternativos.

“Esto es imposible de digerir, tanto para los que están en Venezuela como para los que estamos fuera. Es una pesadilla”, dice la fotógrafa Violette Bule.

“El énfasis que hago con mi trabajo es en la memoria, que los hechos de violencia no pasen al olvido, que se diluyan en el tiempo. Por eso decidí desarrollar una cartografía de las personas que han sido asesinadas entre abril y mayo de 2017. Muchos jóvenes han muerto por la represión del gobierno. La gente va a poder hacer un recorrido espacial por todos los puntos y acercarse con su teléfono en el lugar donde cayeron. Es importante que los artistas contemos la represión que está ocurriendo en Venezuela, narrar el horror de la dictadura. Desmontar los discursos oficiales mediáticos, siendo portadores de los mensajes que no permiten circular en el país”.

Las fracturas sociales de esta realidad son el punto de encuentro de los trabajos de muchos creadores visuales venezolanos, dentro y fuera del país. La fotografía ha sido el arma discursiva para Violette Bule. La pintura lo es para José Vivenes.

“Desde 2014 vengo trabajando en la serie Basta de falsos héroe, con la que busco hacer una analogía de la violencia y deshumanización social y política venezolana, inserta en temas como el populismo. Metáforas de una sociedad que abandonó los valores de la democracia, como lo es la riqueza producto del trabajo. Es un juego por mantener el poder, por no reconocer al otro, al que manifiesta por la vía pacífica y es reprimido en las calles”.

Diptongo para un hiato país (2017) de José Vivenes

Vivenes presentó recientemente una exposición marcada por los retratos, en la que se muestran las consecuencias de una sociedad descompuesta. “Venezuela hoy es un país en crisis que sigue creyendo en el carisma y no en la razón, vestido de emociones. Toma tiempo asimilar los cambios de la realidad, pero esta violencia avasallante me impulsa a desarrollar dibujos, bocetos. Entender la realidad desde el hecho plástico. Ese es mi aporte”.


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