Expertos electorales de Latinoamérica observarán comicios del 21-Nov
EFE/ Ronald Peña

La semana pasada Vicente Díaz, exrector del CNE, señaló que había que ir a votar, independientemente de las condiciones y de otros elementos que evidentemente son irregulares en los comicios que están convocados para el 21 de noviembre.

Por supuesto, las críticas no se hicieron esperar y Díaz sufrió ataques de todos lados. Tal vez fue la manera de decirlo, el caso es que Díaz fue desautorizado por una gran cantidad de opinadores y cierto liderazgo opositor que sostienen que votar dada las condiciones presentes es legitimar un gobierno espurio, el gobierno de Maduro.

Pero podemos tener otra lectura de la afirmación de Díaz y es que, creo, en el contexto de lo afirmado por el exrector del CNE es que votar es un “acto de resistencia” y que votar sería reforzar la identidad opositora que se ha diluido en los últimos dos años por errores políticos cometidos.

No es fácil, la propia reacción contra las palabras de Díaz demuestra lo difícil que es cuando tienes al frente a una oposición fragmentada, de racionalidades contrapuestas, pues lo común en los sectores opositores es que no hay una visión única de la lucha por el cambio de régimen.

La paradoja es que el chavismo vive hoy, a mi modo de ver una profunda y terminal crisis de proyecto y, la oposición, en lugar e profundizar los resquicios de dicha crisis y enfatizar en las características del régimen en su incompetencia, por haberse convertido en el más grande e  incansable productor de crisis, que es intensamente prepotente y arrogante, terminan arremetiendo contra sectores opositores que si bien tienen un planteamiento diferente, comparten el mismo objetivo: producir un cambio de régimen.

Hace años en una reunión en Maracaibo con Teodoro Petkoff con motivo de su candidatura a las elecciones de 1983, nos decía a los militantes del MAS de aquellos tiempos, que el gran mérito del MAS era que había pensado la política desde la derrota, ello implicó la revisión de la estrategia de lucha hasta entonces emprendida, preguntarse acerca de la lucha misma y sobre la redefinición del significado de la política.

Estimo que la oposición necesita justamente hacer lo mismo y reconocer sus vulnerabilidades y no seguirse negando ante la evidencia de que la omnipotencia. Aquella que en su momento se exhibía en los jardines del Palacio Federal en 2015 se ha evaporado.

Tengo la firme convicción que votar el 21N significará ponerle un freno a esta especie “distopía perfecta” en la que el chavismo   ha convertido la vida del país

 

 


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