Estados Unidos no existe, el único Estado que se mantiene en pie es Alaska. La mayoría de la población se ha vuelto estéril por los cambios del clima. La democracia es algo del pasado, porque en Gilead, como se llama el país, la única ley que se cumple es la de Dios.

The Handmaid’s Tale, la serie dramática de la plataforma en streaming Hulu, está basada en la novela homónima de Margaret Atwood. Es la historia de muchas mujeres que fueron sometidas a una nueva forma de esclavitud institucionalizada por un gobierno que ve la fertilidad como un negocio. La narradora es una criada que se llamaba June (Elisabeth Moss), y a la que ahora le dicen Offred.

El propósito de la existencia de estas criadas es tener los hijos de las familias importantes. Utilizan el pasaje bíblico de Raquel como excusa para forzar a las mujeres a tener relaciones sexuales en los días fértiles, para luego arrebatarles los hijos y enviarlos a grupos familiares que no puedan concebir.

En el Centro Raquel y Lia, lugar donde las educan, las futuras criadas son entrenadas por la Tía Lydia (Ann Dowd). Ella las recibe con una frase que la ficción no puede contener dentro de sus fronteras: “Sé que ahora esto puede parecer muy raro. Pero lo común es solo aquello a lo que estás acostumbrado. Esto puede no parecerles común ahora, pero con el tiempo será así. Esto se convertirá en lo común”.

En Gilead las cosas no cambiaron repentinamente. Un tiempo antes de que la teocracia fuera totalmente impuesta, ya había señales del cambio. Despidieron a todas las empleadas mujeres de los trabajos. Luego suprimieron sus cuentas de banco y su derecho a la propiedad privada. Todo debía ser manejado por el hombre que tuviese el vínculo más cercano a ellas. “Estaba dormida ante este mundo, ahora estoy despierta”, asegura Offred en un momento de clarividencia. Recuerda cómo su país fue convirtiéndose en lo que la rodea: una sociedad sin libertades personales y llena de espías. Pero era corriente escuchar que se trataba de algo temporal.

El show posee permanentemente un ambiente tenso. Las criadas deben pasar frente a un paredón en el que cuelgan los cadáveres de aquellos que cometieron faltas contra los mandatos divinos. No pueden quejarse porque los espías son ojos que están vigilando cada movimiento. Los días de salvamento implican que las criadas deben asesinar a algún pecador y al principio todas se muestran aliviadas al cumplir esa orden, sin embargo no servirá siempre como método de escape.

Las palabras de Lydia no son vacías. Los dantescos actos, al ser cotidianos, se normalizan. Ofwarren (Madeline Brewer), dice que el muro donde se ata a los pecadores que fueron castigados hasta la muerte, se ve extraño sin todos los cuerpos. Otra de las criadas, a pesar de saber que está siendo explotada, agradece ser parte del nuevo mundo. En el pasado esa mujer fue drogadicta, pero en Gilead logró rehabilitarse y tener un lugar seguro donde dormir. Incluso Moira (Samira Wiley), uno de los personajes con más tesón, se adapta al nuevo modelo y acepta ser prostituta hasta su muerte en un burdel clandestino.

El estado constante de alerta convierte al silencio en algo abrumador. La falta de contacto real es una cruz que Offred debe cargar, aunque trata de “no dejar que los cerdos la desalienten”.

Durante la reunión con la embajadora de México, Serena Joy (Yvonne Strahovski) es cuestionada acerca de la creación de una sociedad en donde las mujeres ya no pueden leer su libro “ni ningún otro”, pero su respuesta es que Dios demandó esos sacrificios.

Esta dualidad moral no solo se aplica a la esposa de Fred Waterford (Joseph Fiennes), el comandante de June. Él también sabe que el nuevo sistema perjudica a muchos: “Solo queríamos hacer del mundo un lugar mejor. Esto nunca significa mejor para todos, siempre significa peor para algunos”, dice y deja abierta la puerta al debate acerca de la sociedad que se construye y los rumbos que va tomando.

The Handmaid’s Tale tendrá una segunda temporada. Esta entrega se estrenará el 26 de abril.


Voces e historias renovadas

La primera temporada consiguió tres nominaciones a los Globos de Oro, y ganó Mejor Serie Dramática y Mejor Actriz en la misma categoría.

En su discurso de aceptación, Bruce Miller agradeció a todas aquellas personas en el mundo que hacen todo lo posible para evitar que The Handmaid’s Tale se convierta en una realidad.

Elisabeth Moss dijo: “Somos las personas que no estaban en los papeles. Hemos vivido en los espacios en blanco al margen del texto. Eso nos dio más libertad. Vivíamos en los huecos entre las historias. Margaret Atwood, esto es para ti”. También aseguró: “Ya no vivimos entre los huecos de las historias. Ahora somos la historia y estamos escribiéndola nosotras mismas”.

La serie obtuvo 8 estatuillas de las 12 postulaciones a los Emmy. Entre los premios recibidos en esta oportunidad están: Serie Dramática, Mejor Dirección, Mejor Actriz Principal y de Reparto.


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